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Inmigración y delincuencia: una relación evidente, manifiesta e innegable

Redacción




Igor Valclavic, asesino en serie.

Miguel Sempere.

Esta semana, la sociedad española ha sido sacudida por dos terribles sucesos, con asesinato, en los que existen varias coincidencias: los dos se han producido en Aragón, en los dos el agresor es extranjeros y en los dos, las víctimas son españoles. Víctor Laínez murió a comienzos de la semana, tras ser brutalmente agredido por la espalda por Rodrigo Lanza Huidobro, un chileno, icono de Podemos, que no soportó la visión de la bandera de España en los tirantes de la víctima. El crimen tuvo especiales componentes de sadismo, pateando a la víctima cuando ya estaba caída en el suelo.

Rodrigo Lanza, en rueda de prensa en el Colegio de Periodistas de Barcelona. /Foto: elperiodico.com.

Un psicópata ideológico y un psicópata a secas

Si Rodrigo Lanza es un psicópata ideológico, Igor Valclavic es un psicópata a secas, con un largo historial de crímenes. El Bajo Aragón está conmocionado por tres crímenes absurdos. Dos jóvenes guardias civiles, Víctor Romero, de 30 años, de Calanda, y Jesús Caballero, de Cádiz, pero afincado en Alcañiz, fueron asesinados por un serbio, exmilitar. También fue asesinado José Luis Iranzo, agricultor y ganadero, sindicalista de UAGA y nieto del jotero José Iranzo, el pastor de Andorra. Los tres provenientes de familias humildes y laboriosas; los dos guardias civiles con otros familiares en la Benemérita; Víctor, un hermano; José Luis, hijo de guardia civil. Una semana antes, otras dos personas habían sido heridas de gravedad por el mismo criminal.

Víctor Romero Pérez y Jesús Caballero.

Historial previo de personas violentas y reducción de condena

Tanto Rodrigo Lanza como Igor Valclavic tenían historial de personas violentas. Lanza Huidobro, proveniente de una familia de la élite chilena, nieto de un almirante con gran cercanía al dictador Augusto Pinochet, había dejado tetrapléjico a un guardia urbano de Barcelona. Fue condenado a nueve años, pero puesto en libertad a los cinco. ¿Por qué? Un tremendo error. El historial del serbio es aún más terrible. En 2006, en la región de Emilia Romagna, mató a sangre fría, tras un atraco con agresión sexual, al dueño de un bar y a un guarda provincial. Fue puesto en libertad en 2015. «Qué gran pecado fue ponerlo en libertad cuando debía cumplir varios años en la cárcel», como ha declarado un mando policial italiano. En abril de 2017, asesinó a un camarero. También se le atribuye el asesinato de un guardia forestal. Si se le pone en libertad algún día, volverá a matar.

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Víctor Romero acababa de ser padre de una niña hace unos meses. José Luis Iranzo era padre de un niño. Nunca, en la historia, ninguna nación, ha admitido en su territorio a desequilibrados tan peligrosas, a mentes criminales tan violentas. Las políticas de inmigración, o más bien la falta de tales políticas, han provocado un incremento sustancial de los delitos, tanto de hurtos, como de violencia de género (el 45% de los asesinatos de mujeres en 2016 fueron protagonizados por extranjeros, una mujer inmigrante tiene 6 veces más posibilidades de morir a manos de su pareja que una española autóctona).

A pesar de ello, no se toma ninguna medida: las fronteras prácticamente no existen o son un mero coladero; no se controlan los antecedentes penales. No ha habido mantra del que se haya abusado más del tan repetido de que no se puede criminalizar a los inmigrantes o de que no se puede identificar inmigrante con delincuente. La gente normal diferencia con bastante facilidad entre un inmigrante y un delincuente; quienes no son capaces de distinguirlo son los gobernantes.

Uno de cada 3,2 reclusos es extranjero

Por supuesto que existe una relación entre inmigración e incremento de la inseguridad y la delincuencia. Actualmente, la población reclusa ha alcanzado niveles récord. En octubre de 2016, el total de recluso en las cárceles era de 60.175, de los que 55.636 son hombres y 4.539, mujeres, según datos oficiales de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.

De esos 60.175, el total de extranjeros que el contribuyente español ha de mantener en las prisiones es de 17.147, de los que 15.861 son hombres y 1.281 mujeres. 1 de cada 3,2 reclusos en nuestras cárceles es extranjero. Una relación, ciertamente, alarmante, que implica un fuerte incremento de la delincuencia y la criminalidad derivado de la inmigración.

Según datos del Ministerio del Interior, el 25% de la población reclusa extranjera es de nacionalidad marroquí; de los algo más de 300 asesinatos que se cometen al año en España, el 18% son cometidos por marroquíes.

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Un coste muy elevado mantener a los delincuentes extranjeros

El contribuyente español paga, muy cara, la estancia de las cárceles de personas que han venido a delinquir. En concreto, esos 17.147 presos cuestan más de 406 millones de euros anuales, pues el coste anual por preso está estimado en 23.725 euros.

Todas estas cifras, tendrían un importante incremento, en cuanto a relación con la emigración, si hubiera datos de reclusos nacionalizados, dada la facilidad para obtener la nacionalidad española: 2 años de residencia para sudamericanos, 5 para ‘refugiados’ y 10 para el resto.

Extranjeros el 61% de los nuevos reclusos: incremento veinte veces superior al de los españoles

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, entre 1998 y 2008, la población reclusa de nacionalidad española creció de forma neta en 12.137 personas (encarcelados menos excarcelados). En el mismo periodo de tiempo, los nuevos presos netos de nacionalidad extranjera fueron 18.665, los cuales supusieron el 61% del total de los nuevos reclusos, pese a que en ese intervalo de años, en promedio, los extranjeros empadronados en España fueron sólo alrededor del 6% de la población residente. ¡El 6% de la población ‘aportó’ el 61% del incremento de reclusos!

Con esos porcentajes, la probabilidad media de que un extranjero fuera uno de los nuevos presos netos entre 1998 y 2008 fue más de 20 veces superior a la de un español.

Como indica a Rambla Libre un funcionario de prisiones, “tenemos, en cada cárcel, presos de todas las nacionalidades y algunos de los senegaleses llaman a sus casas diciendo que viven muy bien, que comen tres veces al día”. Un peculiar efecto llamada.

Ahora el contribuyente español tendrá que pagar la estancia en prisión de Rodrigo Lanza Huidobro e Igor Valclavic, tras, presuntamente, quitar la vida, entre los dos, a cuatro españoles. Dos tragedias a las que nos han llevado la inoperancia de los gobernantes. Por supuesto, no todos los inmigrantes son delincuentes, pero casi todos los delincuentes son inmigrantes.

http://ramblalibre.com/2017/02/08/ser-espanol-en-espana-es-una-ruina-senor-extranjero-usted-primero-por-favor/