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El último Jedi: Nostalgia y espectáculo

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

Si sólo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si sólo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras. 

Si sólo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si sólo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras. 

Si sólo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres… 

Pero es que hay, además, esa mirada
con que premian tus ojos mi deseo,
y tu cuerpo de reina esclavizada

Los hermosos versos de Luis Alberto de Cuenca sirven de homenaje a Carrie Fisher (1956-2016), la fascinante princesa Leia Organa de la saga Star Wars creada por George Lucas en 1977.  Ahora que el estreno espectacular de la octava película de la saga Los últimos jedi  inunda las pantallas del mundo es justo y nostálgico recordar a la actriz fallecida hace un año pero que pudo dejar prácticamente terminadas todas sus escenas en la película.

Leia, hermosa y seductora, hija desconocida del caballero jedi Annakin (luego convertido en Darth Vader al traspasar el lado oscuro de la fuerza), hermana por tanto de Luke Skywalker, el héroe llamado a recuperar la república galáctica y enamorada de Han Solo. Trayectorias de un personaje creado por George Lucas para soñar. Leia apareció en las tres primeras películas de Star Wars –en realidad los episodios IV, V y VI de la historia: Una nueva esperanza, El imperio contraataca y El retorno del Jedi-. Desde la última en 1983 no regresaría hasta el séptimo episodio: El despertar de la fuerza en 2015 y ahora El último Jedi, el gran acontecimiento de las Navidades cinematográficas de 2017.

Tal vez Carrie Fisher haya dejado el mundo terrenal en su búsqueda de nuevos mundos, de nuevas esperanzas, pero la princesa Leia Organa (“esa mirada con que premian tus ojos mi deseo”) permanecerá siempre en el recuerdo y volverá a revivir en cada episodio de Star Wars. Los héroes y las princesas nunca mueren. Los guionistas de la saga tendrán que esmerarse en meditar el futuro del personaje tras el capítulo octavo. Leia con su mirada dulce y penetrante y su cuerpo de reina esclavizada forma parte del territorio de los sueños. Y los sueños nunca mueren, solo se transforman.

El estreno de la nueva película de la saga es un acontecimiento mediático, social que con independencia de la valoración o pasión que la saga despierte en el espectador sin duda devuelve la magia del estreno cinematográfico, las colas en las entradas y la emoción compartida de la pantalla gigante de una sala de cine.

El argumento es complejo y tiene muchas subtramas que alcanzan una duración – excesiva a todas luces – de dos horas y media. Pero cabe un resumen conciso: Tras la muerte de Han Solo (Harrison Ford) y de la destrucción de la Base Starkiller en una batalla entre la Resistencia y la siniestra Primera Orden, Rey  (Daisy Ridley) viaja hacia el lejano planeta oculto Ahch-To en el Halcón Milenario  para así encontrarse con el legendario Maestro Jedi Luke Skywalker (Mark Hamill), convertirse en su aprendiz y empezar a entrenar y guiarse en los caminos de la fuerza para poder enfrentar y acabar con el malvado Kylo Ren (Adam Driver) , el hijo de Han y Leia, que fue seducido por el lado oscuro de La Fuerza.

Hay acción a raudales y efectos especiales que siempre sorprenden ( sobre todo cuando siguen el consejo de Cecil B. de Mille y responden a necesidades de la historia y de los avatares de los personajes, es decir, nos importan), encontramos diálogos que pretenden un escenario filosófico ( la lucha del bien contra el mal, la luz contra la oscuridad),  brillan numerosas referencias cinéfilas a todos los títulos de la saga, algo que apreciarán sobre todo los seguidores de la misma, pero que en cualquier caso aportan emoción y sentimiento.  

La espectacularidad se combina con momentos de humor ( no excesivamente logrados por cierto ) y el director Rian Johnson logra siempre integrar a los personajes en la historia y conducir el argumento de forma ágil hasta el desenlace tan esperado como sorprendente y siempre abierto para la nueva continuación. Sobra metraje, desde luego, pero se compensa con la brillantez de muchas secuencias y con los nuevos personajes. Estos resultan atractivos y enseguida enganchan al espectador. Benicio del Toro interpreta a DJ, un hacker que trabaja para el mejor postor;  Laura Dern es la vicealmirante Amilyn Holdo, uno de los mandos de la rebelión y mano derecha de Leia Organa; y Kelly Marie Tran se pone en la piel de Rose Tico, encargada de mantenimiento del bando rebelde.

https://www.youtube.com/watch?v=bHoyyE2MYuE

Carry Fisher, la inolvidable princesa Leia.

Junto al veterano Mark Hamill y la inolvidable Carrie Fisher, el reparto lo encabezan Adam Driver, Daisy Ridley, John Boyerga, Oscar Isaac  y los tres mencionados fichajes de la saga. Se echa en falta, sin duda, a Hans Solo aunque al fin y a la postre la espectacularidad de la película logre llenar casi siempre los huecos de sus actores .

Es difícil valorar un acontecimiento que sobrepasa el escenario cinéfilo. El último Jedi tiene mucho de operación comercial, pero sus autores son fanáticos de la serie, admiradores de George Lucas y conscientes de que sus imágenes llegan al corazón y al alma de millones de espectadores – jóvenes sobre todo – de todo el mundo . Por ello tal vez lo mejor sea disfrutar de la obra acompañado por algún auténtico fan que explicará  algunas de las dudas del argumento, animará cuando la duración pese por momentos, y al terminar cantará gozoso la brillantez de la acción y los deseos de contemplar ya la novena entrega.  Entusiasmo, sin duda, y no hay razón para renegar de él.