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Mariano Rajoy le ha hecho la campaña a Inés Arrimadas

Redacción




Albert Rivera e Inés Arrimadas. /Foto: youtube.com.

Miguel Sempere.

Inés Arrimadas se perfila como la triunfadora de las esotéricas elecciones catalanas del 21 D, que pretenden ser la vuelta a la normalidad y serán la instalación en la anormalidad. El mérito del triunfo, en medio de una Cataluña ingobernable y fragmentada, es compartido con Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno le ha hecho la campaña a la de Ciudadanos.

La tendencia en el momento actual, que se irá agravando o incrementando a medida que se aproxime la cita con las urnas, es que la mayoría de los votantes del PP parecen inclinarse a votar a Ciudadanos: el porcentaje del trasvase posible se eleva al 47,6%, mientras la fidelidad del voto a Xavier García Albiol se queda en el 43,4%, según los datos del CIS. Los del PP se mantendrán paralizados porque consideran que hay un voto oculto que luego aflora en las urnas. Esta vez no sucederá: el PP está abocado a un descalabro monumental. De los 11 escaños y el 8,5% de los sufragios puede pasar a 7 escaños y el 5,8% de los votos. Otras encuestas ofrecen aún datos más alarmantes y sitúan la horquilla de diputados entre 5 y 6. Nada es descartable a la baja.

Aunque a todo el mundo ha de parecerle previsible esta debacle, también puede considerarse sorprendente que un Gobierno que aplica el artículo 155 reciba tal rechazo de su propia base electoral y nutra de votos a un aliado, pero también competidor. Es comprensible que el voto separatista esté movilizado y se plantee un ajuste de cuentas con Rajoy, un plebiscito. Es difícil comprender cómo se le ha ocurrido convocar unas elecciones en caliente. Pero el desapego de los suyos indica que esa medida de aparente fortaleza se ha hecho de manera que no da seguridad a los fieles.

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Xavier García Albiol, víctima de Mariano Rajioy.

Puede desgañitarse Xavier García Albiol en la propia TV3 diciendo que habría que cerrarla y abrirla de nuevo. Rajoy podría haberlo hecho y la ha dejado intacta. No hay coherencia y, por tanto, tampoco credibilidad. Pueden los populares denunciar el adoctrinamiento en las escuelas catalanas. Podrían haber tomado medidas contra ello y no lo han hecho. Podrían presentarse como quienes han desarticulado un golpe de Estado y han puesto en prisión a sus dirigentes, pero al Gobierno se le percibe maniobrando para ponerlos en la calle cuanto antes.

Obsesionado con mantener el consenso bipartidista básico de la transición, Mariano Rajoy ha querido ir de la mano del PSOE abriendo la vía a una reforma constitucional, que suena a cesión y traición, con la que el PP ahora no se siente cómodo y que no hará, seguramente, pero lo que ha transmitido ha sido confusión.

Votar a Inés Arrimadas es mucho más útil, para la unidad de España, que votar a Xavier García Albiol

Los patriotas españoles de Cataluña, quienes durante estos años se han sentido desprotegidos, ahora no están seguros de que Rajoy no cederá y perciben a Ciudadanos, un partido asentado en Cataluña en mayor medida que en el resto de España, más firme en sus convicciones, más claro en sus argumentos y como una contratuerca para la unidad de España. Si Ciudadanos sube, el PP no podrá permitirse ninguna tibieza, por lo que el voto a Inés Arrimadas es mucho más útil que a Xavier García Albiol, una especie de parodia de identitario, al que se le nota demasiado que al final hace lo que le ordenan sus jefes y que su radicalismo choca con la moderación monclovita.

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Rajoy ha aplicado el artículo 155 a regañadientes, de manera vergonzante y después de permitir imágenes que nunca debieron producirse y que producen ora sonrojo ora indignación. Rajoy ha llegado a donde no quería, como ha repetido, mientras Ciudadanos sí ha querido. El previsible triunfo de Inés Arrimadas va a relanzar el liderazgo de Albert Rivera, como una especie de PP auténtico, subliminal añoranza del aznarismo en una parte de las bases, con un liderazgo más claro y con más fuerza vital. Al final, en el mercado político, todo es cuestión de marcas y la de Ciudadanos va a salir reforzada mientras la del PP saldrá tocada, muy tocada. El PP va a entrar en convulsión, no de inmediato, porque es una formación política disciplinada, atrapada por Rajoy y cuyos cargos cobran a fin de mes, que es el concreto más sólido para la unidad, pero también la estructura partidaria se va a ver en peligro. No se pedirán responsabilidades, en principio, pero un escalofrío de temor va a recorrer los escalones orgánicos del PP.

Tras el 21 D, Rajoy no será un activo, sino un pasivo para el PP

Rajoy no ha resuelto el problema catalán sino que ha perpetrado una chapuza; no se puede resolver en dos meses y medio el deterioro labrado durante cuarenta años. Rajoy ha sido incapaz de verlo, de controlar su ansiedad o de resistirse a las llamadas imperiosas de Ángela Merkel, que de todos estos ingredientes hay en el brebaje indigerible que ha preparado. Después del 21 D, Rajoy ya no será un activo para el PP sino un pasivo.