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Los taxistas, héroes de la civilización humanitaria

Redacción




Enrique de Diego.

Recientemente, el sector del taxi, un pilar de las clases medias con las que los poderes oscuros de este mundo han decidido acabar, se manifestó con seguimiento masivo contra dos megacorporaciones, a la que el Gobierno consiente y tolera sus atropellos, que son Uber y Caify. Los taxistas están luchando por su trabajo y por el futuro de sus familias, y es encomiable que quede un grupo con tanta vitalidad como para enfrentarse a los dictados demoledores de las megacorporaciones y la globalización, entendida como la marcha hacia una sociedad de amos y esclavos, con la fina capa de una élite empobreciendo y diezmando a la población del Planeta.

Juan Ramón Rallo. /Foto: misesbarcelona.org.

Reconozco que no leía a Juan Ramón Rallo, porque tiendo a evitarme los disgustos que me provoca la estupidez, hasta que Roberto Centeno le puso en su sitio en cuestión tan delicada como la secesión catalana, defendida con estulticia por este liberal a la violeta, y a sueldo de las élites, pasando de los microbarrios de Rothbard al apoyo a los empresarios sediciosos. El liberalismo ha degenerado en una plantilla de simplismos para defender los privilegios de los poderosos y un economicismo sin moral. Rallo habla mucho de mercado pero él es fruto del intervencionismo: no es fichado por su baja audiencia, sino porque las empresas del Ibex 35 y las patronales ponen publicidad en medios como El Confidencial para que pueda escribir y recibir remuneración superior al resto de columnistas y, por supuesto, de los redactores.

Escribe el cortesano Rallo que la huelga del taxi es la mejor promoción para sus amigos de Uber y Cabify pues es entregarles por un día todo el mercado y que esas empresas ofrecen un servicio equivalente al de los taxistas por sus controles internos de calidad. A cambio, de sueldos de hambre a los conductores y porque tienen competencia, en su intento de generar un monopolio u oligopolio que lleve al hambre a los taxistas y a sus familias.

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El sector del taxi ha tenido una alta eficiencia y ha prestado grandes servicios a la sociedad, y espero que los siga prestando, porque estamos ante auténticos héroes de la civilización humanitaria. Los taxistas han ofrecido siempre seguridad y buen servicio, con un trabajo sacrificado. En ese sector recalaron muchas personas que buscaban un futuro mejor para sus familias. Dos núcleos importantes de los taxistas madrileños, por ejemplo, son los zamoranos y los segovianos. En estos tiempos de crisis, han podido dar trabajo a sus hijos y a sus familiares. Es todo un tejido de pequeños empresarios autónomos, con los que las megacorporaciones quieren acabar. Así que mi consejo es que los taxistas trasladen su conflicto al ámbito político y no cedan lo más mínimo en su justa lucha.

Los taxistas funcionan con licencia, dentro del gremio del taxi, lo que para Rallo sólo sirve para encarecer las tarifas y generar un numerus clausus que dispara el precio de la licencia en el mercado secundario. La concesión de una licencia es un contrato con el Estado, con los poderes públicos, que no puede sustanciarse mediante una liberalización, ni tan siquiera encubierta. El Estado debería indemnizar a los taxistas por permitir una competencia desleal.

Lo que se busca es el dominio absoluto de las megacorporaciones y la marcha hacia la esclavitud. Uber y Caify son la punta de lanza de los coches sin conducto, a los que ya han puesto restricciones en la India, y a un mundo robótico que situaría a la especie humana fuera del mercado de trabajo. Que les despojaría de su dignidad y llevaría a la extinción a sus familias. Así que todo mi reconocimiento a los taxistas, héroes de la civilización humanitaria. De su éxito dependen muchas cosas grandes para todos.