Miguel Sempere.
Se trata de un farsa, de un paripé, del que el Estado de Derecho español va a salir aún más tocado. Es un pacto en las alturas, entre Moncloa y los sediciosos, de forma que ellos minimizan lo llevado a cabo mediante retórica, que sus ámbitos se vende como un engaño para salir a la calle, y a cambio son puestos en libertad, con una fianza. Es lo que el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, encargado del enjuague, ha hecho ya con Carme Forcadell y la Mesa del Parlament y lo que se va a hacer con los Jordis, con Oriol Junqueras y con los exconsellers encarcelados, que serán recibidos como héroes en Cataluña.
La sedición en España sale barata. E incluso va a tener premio a tenor de los programas con los que se presentan a las elecciones, incluido el PSC de Miquel Iceta, con los que se va, tras el 21 D, a una independencia material. La operación fue desvelada por Rambla Libre en exclusiva y pasaba por quitar a Carmen Lamela el sumario de sedición, que, al final, quedará en conspiración para la sedición.
Se ha cumplido a rajatabla el guión. Los detenidos han declarado ante Llarena, una especie de vergüenza nacional, y han acatado el artículo 155. Han afirmado que, puesto que se presentan a las elecciones como candidatos, demuestran que no hay riesgo de fuga y puesto que aceptan el artículo 155 no hay riesgo de reiteración del delito. Sólo Oriol Junqueras y Raül Romeva no han respondido a las preguntas de la fiscalía para mantener un resto heroico ante la parroquia sediciosa.
La decisión será el lunes. Todo está medido. Ponerles hoy en libertad hubiera sido excesivo. El traslado de nuevo a prisión para pasar el fin de semana, al fin y al cabo, lo paga el contribuyente.