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13 TV: Fracaso con Antonio Jiménez como coartada

Redacción




Antonio Jiménez. /Foto: vanitatis.elconfidencial.com.

Luis Bru.

13 TV, la cadena de la Conferencia Episcopal, está siendo desmantelada. La gestión de Julián Velasco es la de un killer. No se ha renovado ningún contrato de los que vencían este año y se ha pasado a despedir a trabajadores con contrato indefinido provenientes de Popular TV, la primera aventura televisiva de la COPE, algunos con 16 años de antigüedad. Se trata de una especie de ERE encubierto, por el que 13 TV se ha desprendido de más del 80% de su plantilla. De hecho, no se sabe hacia dónde va, aunque todo indica que la empresa está siendo limpiada para su venta, tal y como quiere un sector influyentes de obispos.

La cadena episcopal es un fracaso. Lo es en el terreno económico, con pérdidas de 10 millones de euros en 2016, según las cuentas presentadas en el Registro Mercantil; con lo que, con seis ejercicios en números rojos, el acumulado de lo que se ha perdido en esta aventura que nunca tuvo un modelo definido, salvo imitar a Intereconomía, es de 73,3 millones. La auditoría de 2016 “indica la existencia de una incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la capacidad de la sociedad para continuar como empresa en funcionamiento”.

Ceses y despidos se han ido sucediendo, desde el personal de maquillaje, a las estrella de la cadena, una larga ristra, en la que las últimas víctimas han sido Inés Ballester, Patricia Betancort, Ricardo Altable, que se unen, entre otros, a Alfredo Urdaci, Nieves Herrero o Isabel Durán. En bastantes aspectos, 13 TV sigue la estela de Intereconomía, a la que pretendió copiar, estrategia identificada con el fichaje de Antonio Jiménez. De hecho, al igual que la televisión de Julio Ariza, 13 TV es hoy una televisión con un solo programa, una copia de «El gato al agua«, al que se le ha tratado de lavar la cara en esta temporada, sin conseguir marcar distancias reales. Más de lo mismo, incluso con menos interés.

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Antonio Jiménez -también ha desaparecido «La marimorena» aunque siga de telonero Carlos Cuesta– sirve de coartada para tratar de dar una imagen de continuidad en medio del desmantelamiento. Él encarna, sin embargo, el fracaso de la cadena y su mayor responsabilidad. Ni ha conseguido tirar de la audiencia, ni ha definido líneas informativa y editorial sugerentes, fuera de la repetición del argumentario del día del Partido Popular.