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A Ágatha Ruiz de la Prada le sienta bien el divorcio: Suben las ventas

Redacción




Ágatha Ruiz de la Prada.

Luis Bru.

A la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada le sienta bien su divorcio de Pedro J Ramírez, del que ha pasado algo más de un año, y no sólo porque haya declarado que se siente más libre, sino porque sus negocios marchan viento en popa, con incremento de ventas, superando el bache del ejercicio anterior.

Ágatha, en «Espejo público», luciendo españolismo.

Ese incremento de las ventas, que está siendo especialmente importante en Hispanoamérica -recientemente ha estado en Argentina y México- tiene alguna curiosa relación con el divorcio. Se ha producido como un «efecto Agatha«; muchas mujeres se han sentido identificadas con su historia, han vivido experiencias similares de abandono y se ha generado una corriente de simpatía.

Cruz Sánchez de Lara contraataca situándose como una celebrity

La nueva esposa del decadente periodista, Cruz Sánchez de Lara ha contraatacado situándose en la posición de celebrity con una entrevista en Vanity Fair y la asistencia de los recién casados, casi en secreto, en la fiesta de la citada revista, que parece ser el medio elegido por Ramírez para tomar posiciones frente a la ofensiva de su ex (treinta años de convivencia, tres meses de fugaz matrimonio). Parece ser una operación táctica medida, con alianza sellada con el fichaje de Lourdes Garzón como columnista sabatina, para ver si sube las bajas audiencias del digital de Ramírez. Es decir, acudir al combate en un terreno en el que Ágatha Ruiz de la Prada se mueve especialmente bien, como pez en el agua.

Los Ramírez, en la fiesta de Vanity Fair.

Es decir, Vanity Fair se sitúa como el medio oficial de los Ramírez-Sánchez. La revista abre la entrevista afirmando que a Cruz Sánchez de Lara (¿de dónde habrá salido el de Lara?) «no le gusta llamar la atención». Numerosas fuentes de personas que la han conocido a lo largo de su trayectoria coinciden en que tiene un afán de protagonismo desbordante. Cruz asevera que concede declaraciones «por una vez y sin que sirva de precedente». Bueno, se empieza en el Vanity Fair y se termina en el Sálvame contando la ruta de Logroño a Villanueva de la Serena.

Ramírez, el mayor villano de España

Era fundamental que Cruz Sánchez de Lara saliera a la palestra a poner en claro algunas cuestiones que dejaban a Pedro J Ramírez como el mayor villano de España (al margen de las puñaladitas de su pequeño amigo Federico Jiménez Losantos que le sitúa como un picha brava que utilizaba El Mundo para promocionar a artistas de virtud frágil) Se trata de una respuesta en toda regla a Ágatha Ruiz de la Prada aunque sin citarla en ningún momento. «El día más impactante -dice Cruzfue el 29 de octubre del año pasado, cuando Pedro, por su cuenta y riesgo, tomó la decisión de que su vida y, por lo tanto, la mía iban a cambiar». En la versión de Ágatha, Ramírez quedaba como un completo calzonazos. Para Ágatha, «esa tía» le había impuesto que se separara ya, tras haberse prestado Ramírez el día anterior a un reportaje para la revista Vogue de familia feliz, abrazando a Ágatha, con los dos hijos y los perros, que habían ido a la peluquería. Su entonces amante no le iba a parecer bien tal ejercicio de hipocresía. Ágatha daba a entender que su intuición femenina le decía que hubo un ultimátum de la abogada. Pero, según Cruz, fue Ramírez, un hombre hecho y derecho, el que decidió el fatídico momento por los dos. «Yo me enteré después de que sucediera todo. Cuando él tiene algo claro y toma una determinación, nadie puede torcer su criterio». ¡Estos de Logroño, cómo son!

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Cruz tiene que cambiar también la impresión de que es una lagarta, una trepa que se metió en el matrimonio de otra y que esa era su finalidad al recalar en el Consejo de Administración de El Español como representante del empresario colombiano Carlos Mattos. Dice Cruz que se comprometió «con el león» -más que un anagrama parece una estupidez cenital, una horterada de senectud- antes que con Ramírez; que estuvo quince meses sin que pasara nada. Y que no fue paciencia en la caza a la espera, a la que tan aficionadas son las leonas. Y tras quince meses comieron a solas y…corramos un tupido velo.

Cruz Sánchez de Lara (¿de dónde habrá salido el Lara?) tiene un alma literaria, proclive a la ciencia ficción. «Puede sonar a ciencia ficción, pero Pedro J. es bueno. Tiene un corazón maravilloso”. La verdad es que suena a ciencia ficción, y no de la mejor. Vamos, que no da para ir al IV Milenio de Iker Jiménez. ¿Con qué autoridad moral avala la beata laica de la Federación de Mujeres Progresistas, chiringuito del PSOE, Cruz Sánchez la bondad de Ramírez? Hay que disculpar que está implicada emocionalmente e insistir en que esta línea era fundamental para intentar diluir la imagen de Ramírez como el mayor falsario y canalla del reino.

Cruz, ¡qué Cruz!, asume su nuevo rol de personaje público

Ha concedido una entrevista a la revista amiga Vanity Fair, sin que sirva de precedente. Apostamos a que servirá de precedente y no perdemos. En ella, la polémica abogada, denunciada por promover denuncias falsas y victoriosa en los tribunales, por ahora, asume su nuevo rol de personaje público, algo que lleva buscando toda su vida. «He dejado de tener ese patrimonio tan maravilloso que es el anonimato y he hecho esa concesión por amor a él». Y «soy consciente de que me he casado con un personaje público y que ahora mi nombre está asociado al de él».

Alberto Martínez y Lydia Bosch, un mal divorcio. /Foto: que.es.

«Llevo toda la vida escuchando soy una abogada que divorcio bien y ahora se me conoce por mi matrimonio«. Todo, en esta vida, tiene ventajas e inconvenientes. Algunos hay que consideran que como abogada hace unos divorcios terroríficos, gore, de Tarantino. Y si no que se lo pregunten a Alberto Martínez, el ex de Lydia Bosch, al que le da un ataque de nervios con nada más que escuchar el nombre de la abogada que divorcia bien.

Una normalidad con tintes de crueldad medieval

Los Ramírez llevan una vida de lo más normal. Son madrugadores, que a quien madruga Dios le ayuda, como dice el refranero. «Nos despertamos a las cinco y media de la mañana y leemos El Español en una pantalla gigante frente a la cama». La desalentadora imagen carece de briznas de romanticismo. Levantarse a las cinco y media de la mañana para leer El Español tiene tintes de crueldad medieval. También dice el refranero que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Y en El Español -que no hace honor a su nombre, y que mejor se llamaría El Separatista- no amanece ni en la pantalla grande de la habitación conyugal de los Ramírez sino que permanece en la noche oscura, de modo que en el mercado secundario de valores sus acciones se cotizan con una pérdida del 70% de su valor de emisión y no tiene ninguna influencia y han sido muchos los comentarios internos de que Cruz lía y enreda y mal mete en la redacción y ya anda Ramírez reduciendo sueldos; empezando por el suyo, con el 10%, pero es tan elevado que no lo nota. Ramírez «se está divirtiendo mucho con la vida normal que llevamos«. ¡Como si todo el mundo se levantara a las cinco y media de la mañana a leer El Español! Mejor sería que los Ramírez durmieran a pierna suelta e hicieran un digital con más pulso. Ya decía el patriarca Lara (el de Planeta, ahora en manos de Crehueras y Mauricio Casal, que no quieren a Ramírez ni en pintura) que un negocio que no da para levantarse a las 11 horas no es un buen negocio y El Español es uno tan malo que hay que levantarse cuando canta el gallo.

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George y Amal Clooney. /Foto: tmz.com.

Elogio a dos notas de solidaridad

Hay que reconocer que Cruz está bordando su nuevo papel de enamorada, entregada a su hombretón y a su última aventura periodística, para la que parece faltarle energía vital. Mujer rutilante y al tiempo solidaria. Y que está encantada con que la comparen con Amal Clooney (¿hemos de suponer que Pedro J se parece a George?, ¡cuánto lacayo suelto!), aunque vale aquello de que las comparaciones son odiosas. Hay dos notas de solidaridad genuina de la Amal Clooney de Villanueva de la Serena que merecen elogio sin reservas. Celebró su cumpleaños con la Alianza de la Solidaridad recaudando fondos para los refugiados sirios y consiguió 46.000 euros, que esperemos que no se pierdan por el camino y que a algunos compatriotas tampoco les habría venido mal. Porque, la verdad, no todo el mundo siente la recuperación esa de Mariano Rajoy y Luis de Guindos.

Y ha tenido la deferencia de no comparecer en el juicio de la Audiencia Provincial de Madrid en el que reclamaba deudas de 40.000 euros por impago de la pensión a su primer marido, Juan Carlos Iglesias Toro, que no puede levantarse de la cama -ni a las cinco y media de la madrugada ni de la tarde- salvo para ir a fisioterapia. Era quizás excesivo, viviendo en un piso del Barrio de Salamanca adquirido por tres millones de euros, exigir a un insolvente la minucia de 40.000 euros, que vive del sueldo de su actual esposa, que no hace mucho encontró trabajo. La cuestión, tras el honorable gesto solidario de Cruz Sánchez (¿de dónde habrá salido el Lara?), se ha dirimido con una multa a Iglesias Toro que roza los 300 euros. Bien está lo que bien acaba. Y colorín, colorado…

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