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Mario Vargas Llosa, el convidado de piedra

Redacción




Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. /Foto; rpp.pe.

Yolanda Cabezuelo Arenas.

No se sabe si Ana Boyer quiere o no quiere a Mario Vargas Llosa en su boda. Que no quiera es más probable, porque de todos los hijos de Isabel Preysler la pequeña es la que más muestras da de ser sensata, y no puede menos que apreciar lo molesto de la situación; aparte de que no debe ser plato de gusto extrañar a un padre el día más importante de tu vida, y ver en su lugar a otro señor incorporado a la familia casi acto seguido de enterrar al legítimo.

Quien afirma que sí quiere al premio Nobel entre los invitados -que no de padrino-, duda entre dos razones: una, que esté contenta de que su madre haya rehecho su vida; y otra, que la presencia del premio Nobel subiría el caché de la exclusiva cosa mala. Según esto Ana Boyer tendría un come-come de ¿qué hago, qué hago? de padre y muy señor mío (y nunca mejor dicho).

Las malas lenguas aseguran que «Lituma en los Andes» no sería el libro que Ana Boyer se llevara a una isla desierta, en primer lugar porque es un rollo; y en segundo porque suelen editarlo con la foto de su autor.

De la pequeña Boyer-Preysler cabe esperar criterios literarios más amplios que los de sus hermanos (sobre todo habiéndose contado que Chábeli compraba los libros por metros para decorar estantes). Cabe esperar también mayor savoir-faire en asuntos de protocolo: recuerden que fue un recién llegado Fernando Verdasco quien ofreció el brazo a la doliente viuda en vez de Christian Altaba, marido de Chábeli, que brilló por su ausencia en ocasión tan solemne.

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Es justo admitir que tanto Fernando Verdasco como Ana Boyer se conducen siempre con discreción, y seguramente harán gala de ella para sortear las dificultades que plantea la presencia de Vargas Llosa en su boda.

Ahora sólo cabe desearles que Tamara Falcó no conduzca; que el matrimonio Altaba dé señales de vida, y que a Julio José no le de por cantar cuando lleve a la novia del brazo… porque enviar a Lituma a los Andes va a ser más complicado, y menos rentable.