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El separatismo ha muerto, ahora queda enterrarlo

Redacción




He aquí a los miserables.

Enrique de Diego.

Ayer no hubo barricadas en Barcelona. No se reportó ningún movimiento anómalo en las Comisarías de los mossos. Los segadores no recorrieron el Paseo de Gracia con sus hoces, entre otras cosas, porque ya no hay segadores en Cataluña. Ni tan siquiera los niñatos mimados por el sistema, cuya violencia ha sido siempre consentida, levantaron adoquines ni quemaron contenedores. Los payeses se montaron en sus tractores y se fueron a trabajar y no cortaron carreteras ni usaron su maquinaria como tanques contra las Fuerzas de Seguridad.

Tras la rueda de prensa de Mariano Rajoy informando de la aplicación del artículo 155 sólo hubo una liviana cacerolada en Barcelona, de escasa entidad. Hubo una manifestación en Barcelona, a la que acudió ese desastre sin paliativos que es Carles Puigdemont para darse un baño de multitudes. A Dios gracias, no tuvieron la ocurrencia de celebrarla por la noche, como los nazis, con velas, como los nazis, porque han puesto perdida de cera la Diagonal y todavía se desarrollan trabajos para limpiarla. La Guardia Urbana dice que asistieron 450.000 personas; la Guardia Urbana de la estrambótica Ada Colau es el equivalente a los organizadores; de todas formas esa cifra es mucho menos que otros aquelarres separatistas. Nadie está dispuesto a dar su vida por la quimera de la patria catalana. Tampoco se ve a Puigdemont con demasiadas ganas de nutrir el martirologio catalanista y, si lo incrementa con su presencia, tampoco pasa nada ni se pierde gran cosa. Según César Vidal, el president se dedica al espiritismo y merece, si es así, que lo lleve Iker Jiménez a IV Milenio para descubrir dónde guardan el dinero, en qué paraísos fiscales, los mandamases separatistas.

Los jordis van camino de comerse el marrón de una condena superior a los 15 años. Uno de ellos ha pedido el cambio de módulo porque otro recluso ha gritado ¡Viva España! que no parece una agresión verbal sino un efluvio patriótico de dignidad. Los jordis han vivido bastante bien del cuento, a costa de las subvenciones. Deberían pagarse de su bolsillo la estancia en prisión y no gravar al contribuyente español. Las rebeliones subvencionadas se resquebrajan cuando falta el alpiste.

El aparato de propaganda está muy debilitado. La Vanguardia está que trina y solo le falta exigir el ingreso en prisión de Puigdemont. El director de e-noticies, el digital más libre e interesante del Principado, Xavier Rius publica un atinado artículo titulado «Los culpables» en el que señala a Puigdemont y su caterva, llamada Govern. «Tiempo habrá -dice Xavier Riusde hacer balance del proceso -y sobre todo de pedir responsabilidades- pero lo duro empieza precisamente ahora. Los catalanes tendremos que recuperar la autoestima, recoser el país por dentro y volver a abrir la persiana. Ya van varias a lo largo de la historia. El mal que ha hecho esta gente es inmenso. De pena cómo han dejado Catalunya».

Pablo Echenique. /Foto: diariodenavarra.es.

Xavier Rius describe la falta de energía vital del separatismo. El león separatista es un ratón y los segadores han devenido en perroflautas egresados de esas facultades de ciencias sociales que no sirven para nada, salvo como fábrica de frustrados. Sólo el hispanoargentino, Pablo Echenique está dispuesto a inmolarse entrando por urgencias en shock postraumático. Los hispanoargentinos se están mostrando como los más tenaces enemigos de España. Quizás nunca hubo que acoger a los Pisarello y a los Dante. Reseña Xavier Rius:  «No me lo puedo creer: ¿Ha bastado una rueda de prensa de Rajoy para acabar con el proceso? Bueno, no. A mediodía ha habido una cacerolada. Y en la Delegación del Gobierno en Barcelona han detenido a dos jóvenes por intentar agredir a un policía. Mañana estarán en libertad con cargos. Pero, aparte de eso, no se ha cortado ninguna calle. Ni quemado ningún contenedor. Ni se ha roto ninguna farola como Javier Bardem en Los lunes al sol. Felizmente porque yo soy un hombre de orden. Pero tras cinco años taladrando con el proceso yo esperaba algo más. Es que ni los de la CUP. Se han acostumbrado a los privilegios. Bueno, sí, el presidente Puigdemont ha dicho que pedirá al Parlament la convocatoria de un pleno extraordinario para debatir y decidir qué hacen tras la puesta en marcha del 155. Pero ni siquiera ha mencionado la DUI por su nombre. Da igual. La independencia de Catalunya está amortizada. Al menos a ojos de la comunidad internacional».

Todas las mentiras del separatismo, en evidencia

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Todas las mentiras del secesionismo totalitario han sido puestas en berlina y yacen en el pozo sin fondo de las quimeras imposibles. Contra toda la racionalidad, contra toda la sensatez, contra toda la evidencia de los datos, dijeron:

1.- La independencia no tendría ninguna consecuencia económica. Al contrario, puesto que España ya no iba a robar, y los impuestos se quedarían allí. «Cataluña triomfant, tornarà a ser rica y plena«. Aquello de Artur Mas de que no se iba a ir nadie, ni los bancos, por el interés, que el PIB es el 19% del total de España. La diáspora ha sido impresionante, a la carrera. Como los italianos en Guadalajara. Los primeros que han salido por piernas han sido los más arriscados separatistas. Han demostrado amar mucho más a su dinero que a la Cataluña irredenta. El boicot lanzado por Rambla Libre ya alcanza al 40% de los pedidos de la industria alimentaria catalana separatista. Las ratas han abandonado el barco en manada. Llevan a Cataluña decididamente a la ruina; a la estricta miseria; mientras ellos tienen el dinero en Suiza y Andorra.

2.- Todavía resuenen en mis oídos las garruladas de la oronda a golpe de subvención Pilar Rahola de que la Cataluña independiente no tendría el más mínimo problema para estar en la Unión Europea, porque, entre otras cosas, la Unión Europea, ni el euro, podrían sobrevivir sin Cataluña. Hicieron una presentación de su «embajada» en Dinamarca a la que asistieron cuarenta personas. Francia, a la que ninguna gracia hacen las reclamaciones de la Cataluña norte, y Alemania, que son la Unión Europea, y todo lo demás tierra conquistada, han sido contundentes. El presidente del Parlamento Europeo ha dicho que las sentencias judiciales se cumplen y punto. Sólo les ha falta pedir mano dura y que se arrase Cataluña.

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3.- El separatismo se ha desacreditado para los restos mediante el uso y abuso de la mentira irrestricta. La jornada de la mentira heroica del 1 O les han hundido en los medios internacionales, que creyeron las patrañas en un primer momento. Sólo hubo 2 heridos, en una acción policial heroica y proporcionada, y la Generalitat tuvo la desfachatez de montar, con la Consejería de Salud, médicos y personal sanitario, un operativo para dar la cifra delirante de patentes manipuladores de 843 heridos. Una masacre, vamos; con «agresiones sexuales», según la mentirosa compulsiva de Ada Colau; con rotura a cámara lenta de los dedos de Marta Torrecillas, la mayor fabuladora de la histeria de Cataluña.

4.- Puigdemont ha llevado a la Cataluña sediciosa al ridículo de declarar la independencia para acto seguido suspenderla, ante periodistas de todo el mundo. Xavier Rius cuenta como un colega de Australia no entendía nada. Tampoco entendió nada Mariano Rajoy que, en una reedición de la guerra de Miguel Gila, preguntó por carta si había declarado o no la independencia. Los de la CUP mostraron que en vez de tener atrapados a los otros sediciosos, son ellos los que han caído en una delirante farsa. Ahora pueden declarar la independencia el lunes, el marte o el miércoles o cada uno de los días que nadie les va a creer, que van a ser el hazmerreír del mundo una vez más y lo más que conseguirán es que abran de par en par las puertas de Soto del Real.

Carles Puigdemont ha llevado la secesión a tales niveles de estupidez y degradación que el catalanismo separatista puede darse por muerto. Ahora hay que enterrarlo bien. Erradicarlo. Mandar al paro a todos los trabajadores de Cataluña Radio y de TV3, que trabajen de verdad. El supremacismo no tenía razón de ser y sólo ha extendido un inmenso rechazo por toda España, hacia la que Cataluña lo exportaba todo. No deja de ser hilarante ver a Codorníu poniendo su sede social en La Rioja, que es su competidora, aunque estas Navidades a los Raventós les va a sobrar cava para dar y tomar y para distribuir con Unipost con las tarjetas censales. Hay que cortar los suministros al separatismo, quitarles las subvenciones, dejar de consumir sus productos. Se ha acabado la broma macabra. Y hay que plantar cara, también, de una vez, a los separatistas vascos, y a los que tratan de invadir Navarra, las Islas Baleares y Valencia.

Y este mindundi de Puigdemont nos ha conseguido un gran beneficio que nunca le agradeceremos bastante. Ha despertado el patriotismo español latente con el que nadie contaba. Ha llenado los balcones y las ventanas de nuestra hermosa bandera. Y ese patriotismo, que todos han querido mantener a raya, oculto y vergonzante, todos, el PP y el PSOE (de Podemos no hablo, no es un partido español, es una fuerza cipaya del separatismo, una especie de alienígenas), pero ese patriotismo ha tomado la escena, ha venido para quedarse. Se ha acabado la broma macabra. El separatismo ha muerto, ahora hay que enterrarlo bien.

El boicot tiene que ser total: ¡Hundamos a los separatistas!