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Cataluña vive ya una situación de guerra civil

Redacción




Uno de los tres coches de la Guardia Civil destrozados ante la Conselleria de Economía. /Foto: elmundo.es.

Enrique de Diego.

En esta sociedad buenista se tiene más miedo a las palabras que a las realidades que describen. Cataluña vive una situación de guerra civil que ha sido declarada por el separatismo sedicioso.

Algunas realidades obvias es que se ha llegado a esta situación mediante cuatro décadas de cesión por parte del Estado, con la entrega de competencias plenas en educación y orden público. Los colegios catalanes han degenerado en campos de concentración -se vigila en que se idioma se habla incluso en los recreos- para la práctica del adoctrinamiento al servicio de una ingeniería social totalitaria. La de orden público ha servido para dotar de impunidad a la sedición.

Mediante la coacción y la opresión, el separatismo subvencionado ha ocupado todo el espacio público convirtiendo en invisible a media Cataluña hasta llegar a considerar que hay un pueblo, oprimido, cuando es esa media Cataluña la que se ha acostumbrado a oprimir. De esa manera, el separatismo se ha instalado en la dialéctica Cataluña-España, cuando la situación de guerra civil se da dentro de Cataluña y contra el resto de España.

Desde Rambla Libre, hemos insistido desde hace más de un año, al servicio de nuestros lectores, en la necesidad de aplicar el artículo 155 ante la manifiesta deslealtad; recientemente hicimos ver que los mossos servirían a sus amos separatistas y no actuarían como policía sino como matones de la mafia política separatista; que era preciso intervenir a los mossos, recuperar la competencia de orden público. Hemos servido a nuestros lectores y a la verdad.

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquin Form, iniciando la revolución. /Foto: elconfidencial.com.

El golpe de Estado no se va a dar hoy, ni se va a consumir la sedición. Tales delitos ya han sido cometidos desde que los parlamentarios sediciosos aprobaron la Ley de Transitoriedad, asumiendo toda la soberanía, y por tanto declarando la independencia, y desde el momento que Carles Puigdemont y su gobierno firmaron esa falsa ley.

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Carles Puigdemont, patente delincuente. /Foto: cronicabalear.com.

El llamado referéndum no añadía nada a ese acto, sino que era simplemente un proceso de movilización de la Cataluña opresora para imponer su voluntad sobre la Cataluña oprimida y sobre el Gobierno de la nación.

Al delito de sedición, que entraña penas de entre 15 y 25 años, y que públicamente ha sido cometido por los dirigentes sediciosos, se ha seguido de inmediato que es el de la sedición organizada.

Hoy, a lo que vamos a asistir es a una declaración de guerra, que conllevará la destrucción de la Cataluña real y su hundimiento económico y social.

En la medida en que el Estado de Derecho se ha mostrado débil, ha dejado en libertad a los sediciosos, ha pedido perdón incluso por la legítima acción policial bajo orden judicial, lo que se extenderá será la violencia en las calles, sin descartar el derramamiento de sangre.

La manifestación del 8 de octubre ha sido la movilización de la Cataluña españolista oprimida.

La estrategia de Podemos consiste en extender la guerra civil al conjunto de España e intentar desarmar al Estado.

Los incidentes de Valencia son una muestra pionera de esa violencia que ha generado el separatismo, también con sus propuestas invasivas.

O se aplica el artículo 155, que por supuesto no resultará fácil, o el Estado perderá el monopolio de la violencia y ésta se instalará en la sociedad.

Boicot a productos separatistas: Cola Cao, Gallina Blanca, Casa Tarradellas, Cervezas Damm