Enrique de Diego.
Marchamos, en cuenta atrás, hacia la peor de las traiciones: la del diálogo. La del blanco de la rendición y la podredumbre. Carles Puigdemont ya no tiene margen para una declaración unilateral de independencia a lo Lluís Companys. Lo que se está incubando es una tortuosa declaración de Cataluña como Estado independiente pero con la mano tendida al diálogo y petición de mediadores. Algo que le permita sustraerse a Mariano Rajoy a aplicar el artículo 155 de la Constitución, que haga que los socialistas interpreten que su cobardía ha sido atendida, que los de Podemos consideren que su voz ha sido escuchada -esa voz tortuosa de la conjura urdida en casa de Jaume Roures- y pudrir aún más la situación.
La Asamblea Nacional Catalana ha evacuado un vídeo en el que afirma que el martes se declarara la independencia. Ese vídeo es uno más de los delitos de sedición que están quedando impunes. El Código Penal ha dejado de existir para Mariano Rajoy, el Gobierno y los sediciosos.