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A los obispos españoles: Ciegos y guías de ciegos

Redacción




Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal.

Enrique de Diego.

Señores obispos, la verdad es que para evacuar la birria de nota sobre Cataluña hubiera estado ustedes mejor callados. Hecho en falta una clara referencia a Dios. Hablan de oración de manera muy vaga. Todo está en términos muy genéricos. Es de una tibieza tan manifiesta que vienen a la mente las palabras apocalípticas: «porque no eres ni frío ni caliente, estoy para vomitarte de tu boca».

Cuando los políticos no saben qué hacer crean una Comisión y cuando no tratan de eludir su responsabilidad recurren al mantra del diálogo. Ustedes más que obispos han degenerado en políticos de baja intensidad, de perfil bajo, así que se escudan en lo tan traído y tan llevado del diálogo. Cuando la Ley ha sido violada, ¿en qué consiste el diálogo? Es preciso abrir un gran diálogo nacional sobre la «crucecita» que es lo único que a ustedes, al final, les importa; un gran diálogo nacional para quitarles a ustedes la «crucecita» y que tengan que autofinanciarse, y paguen sus Ibis como todo cristiano. Porque la «crucecita» es una gran mentira. Ustedes se gastan mucho dinero en hacer campaña para que se ponga, cuando da lo mismo que se ponga o no, porque la cantidad que reciben es consecuencia de una negociación con el Estado.

Ustedes, señores obispos, hablan muy poco de Dios y hablan mucho de política para no decir nada. Después de su nota, ustedes deberían quitar lo de Española de la Conferencia Episcopal. Ustedes están en la conjura vaticana para acabar con España, esta vieja nación que alcanzó la unidad religiosa en el III Concilio de Toledo con Recaredo, que se puso bajo la protección de la Virgen de Covadonga con Pelayo y que enarboló en tiempos de guerra divinal por la supervivencia la bandera del apóstol Santiago. El gran San Juan Pablo II no les hubiera permitido a ustedes este escapismo acanallado. Definió a España con aquella maravilla de «tierra de María«. Y tenía muy claro que el nacionalismo separatista es un neopaganismo, que sustituye a Dios por una entelequia satánica.

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Lo más que hacen es hablar de los «cauces y principios que el pueblo ha sancionado en la Constitución» y de «las legítimas leyes«, pero ambos han sido conculcados. Hubiera sido precisa una condena explícita. Ustedes nadan poco y guardan mucho la ropa, y para que ustedes naden bien, sin ataduras, es preciso quitarles la «crucecita» y todo privilegio fiscal, para que dependan y defiendan a sus ovejas, que no hacen otra cosa que soportar dentelladas por todos los lados de los lobos.

España es un bien moral que ustedes están obligados a defender y no están haciendo. España es fundamental en la historia del catolicismo. Hace poco veía una película de la segunda guerra mundial, en su 13 TV, ambientada en Filipinas y salía una procesión, que parecía Castilla con rasgos filipinos. Donde ha llegado España han llegado la Cruz y la Virgen María. Esta es la tierra que ha dado a Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santo Domingo de Guzmán, San Ignacio de Loyola, San Juan de Ávila, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Josemaría Escrivá de Balaguer. De aquí salieron los evangelizadores de América y de Filipinas. Deberían ustedes leer la Alabanza a España de San Isidoro de Sevilla. Hoy no hay nadie que haga su alabanza ni que tome su defensa.

Queda el cardenal arzobispo de ValènciaAntonio Cañizares, que ha tenido la decencia de convocar a la oración a toda la Diócesis en un rosario y una misa en la Basílica de la Virgen de los Desamparados, ante el referéndum convocado el domingo en Cataluña y cuyo objetivo será «la superación de todo odio» y la búsqueda de la convivencia.Según informa el arzobispado, «ante la situación que atraviesa España por cuanto se vive en Cataluña«, en la oración se pedirá «la consolidación de una verdadera convivencia en paz de los españoles». El cardenal advierte de «las graves consecuencias que se derivarían de la ruptura unilateral, de un bien común moralmente irrenunciable».

Los demás, esa Comisión Permanente especialista en notas evasivas, son ciegos y guías de ciegos. Ustedes, señores obispos, han perdido hasta la técnica de hablar de Dios. Y las consecuencias son una crisis vocacional pavorosa. Hace poco un sacerdote joven y piadoso se lamentaba en la homilía de que en su diócesis había habido en el año precedente 24 bajas y sólo dos ordenaciones. Prácticamente, ha desaparecido el Sacramento de la Penitencia. Las Iglesias están cerradas y sólo se abren los sábados por la tarde y los domingos. Es responsabilidad de todos, pero la suya es mayor. Han abandonado la Cruz por la «crucecita«. Y en la medida en que el catolicismo se ha debilitado, lo ha hecho la nación, porque el catolicismo es esencial en la identidad española. Ustedes están permitiendo que se enfrente a la Virgen de Monserrat con la Virgen del Pilar, ustedes están permitiendo que se destruya esta bendita «tierra de María«.

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Nuestro Señor siempre iba con la verdad por delante, hablaba claro y no se cortaba en llamar a los fariseos «raza de víboras y sepulcros blanqueados». Ustedes no dan ni para eso. Ustedes son tibios hasta decir basta. Cuando emitan una nota digan algo concreto. No nos tomen el pelo. Para ese viaje no se necesitan notas, mejor callados.