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Cine y Cataluña: Desmontando al independentismo

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

«No es cierto que el catalán estuviera estuviese  prohibido durante el franquismo. Lo que pasa es que no era oficial, se podía escribir en catalán y se podía publicar en catalán, pero no era oficial».

MERCEDES SALISACHS

La semana pasada recordábamos el estreno en catalán de la película Verd Madur (Siega verde) dirigida por Rafael Gil, uno de los grandes directores del cine español. Estará bien recordar ahora otras falacias y manipulaciones de la propaganda independentista.    He aquí algunas perlas que recuerda la página web:   

https://laverdadofende.blog/2013/02/05/memoria-historica-el-bulo-de-que-franco-prohibio-el-catalan/

https://www.youtube.com/watch?v=915EkZ2kq6o

Ya en  1.941 se vuelven a editar obras en catalán. En 1943 se publican cuarenta y tres; entre ellas, las Obras completas de Verdaguer. y El somni encetat, de Miquel Dolç. Funciona el lnstitut d’estudis catalans, del que es presidente Puig i Cadafalch. Y en la institución Amics de la poesía se dan clases particulares de lengua catalana. En 1944 estrena Joan Brossa su pieza teatral El cop desert; en 1946, Pío Daví y Maria Vila realizan campañas de teatro vernáculo, estrenando L’hostal de la gloria, de Josep Maria de Sagarra, que desarrolla en los años inmediatos una constante labor dramática. Auspiciada por Tristán La Rosa, aparece en 1945 la revista Leonardo; en 1948, Dau al set, dirigida por Brossa, donde son habituales las firmas de Ponç i Cuixart, Tapies y Tharrats. Editorial Aymá convoca en 1947 el PremioJoanot Martorell, que seguirá impartiéndose sucesivamente. Escriben poesía en su lengua Salvador Espriu, Pérez Amat, Pedroto, J. V. Foix, Maurici Serrahima.

En 1948, los libros publicados en vernáculo son ya sesenta. Y no dejarían de aumentar.  Mas anécdotas: En la edición del 30 de marzo de 1969  de La Vanguardia encontramos la noticia sobre una sentencia del Tribunal Supremo por la que se condenaba al periodista Nestor Luján, director del semanario Destino, a una pena de ocho meses de prisión y 10.000 pesetas de multa por haber publicado en la sección Cartas al director de su número 1.577, correspondiente al 28 de octubre de 1967, la misiva de un lector titulada «El catalán se acaba». La sentencia del Supremo, que confirmaba en apelación una anterior del Tribunal de Orden Público, consideró probado que en dicha carta «se vertían conceptos de tipo ofensivo para la lengua catalana, cuyo libre uso particular y social se respeta y garantiza».

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En la vorágine actual, sin embargo, todos aquellos catalanes que vayan al cine sepan que habrán de ver y reiterar  un anuncio de la Asamblea Nacional Catalana titulada Fem futur («Hagamos el futuro«) en la que se afirma que los catalanes gozarán de dos pasaportes -español y catalán- en caso de convertirse en Estado independiente. Entre otras publicidades.

La asfixia nacionalista no cesa en el mundo del cine.   ¿Dónde puede quedar el encanto de aquella ciudad cosmopolita y abierta que atraía a visitantes y artistas? El cine se ha fijado muchas veces en los parajes de Cataluña. En el cine último RecEl Perfume o Vicky Cristina Barcelona eligieron localidades catalanas para ser filmadas.  Pero la tierra de Verdaguer, Pla, D,Ors , Cambó o Dalí  guarda sus secretos, como el sensual baño de Elizabeth Taylor en  la magnífica De repente, el último verano  de Joseph Leo Mankiewicz que se rodó en la playa de Sant Pol o  la tétrica residencia de Belén Rueda en Los ojos de Julia que corresponde a una urbanización en Cantonigròs (Osona). Y  Sigourney Weaver y Cillian Murphy en Luces Rojas  estuvieron en un aula de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona.

Recordamos La herida luminosa, 1953 de Tullio Demichelli ( sobre obra teatral de José María Segarra), con Arturo de Córdova, Amparo Rivelles y José María Rodero, la antes citada Verd Madur, de Rafael Gil, varias de las mejores obras de Ignacio Iquino (El Judas en primer término ), Julio Coll o Rovira Beleta  (Hay un camino a la derecha) .

Todas ellas respiran el alma, el paisaje, la vida de Cataluña.

Y otra curiosidad, la adaptación en los tiempos del cine mudo de María Rosa, la obra de Angel Guimerá, realizada nada menos que por el mítico Cecil B. de Mille.  La obra fue publicada  en  1894 y fue estrenada en el Teatro Novedades  bajo la dirección de Enrique Borrás y con Concepción Ferrer en el personaje protagonista . La versión castellana tuvo a María Guerrero en el papel principal en versión de José Echegaray. Este melodrama repleto de erotismo y violencia tuvo a Geraldine Farrar como actriz principal en la versión fílmica de De Mille que ya se había interesado por temas españoles el año anterior con el rodaje de Carmen.

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El independentismo falsifica la historia, impone su visión sectaria del pasado y del presente con un tesón que asusta porque hace tiempo que ha renunciado a cualquier límite de coherencia, verdad o razón. Y esta ofensiva no se contrarresta tan solo con medidas políticas o jurídicas – siendo por supuesto necesarias cuando el ordenamiento legal se incumple – sino que hace falta una vertientes cultural y un compromiso con la verdad y la excelencia .

En el complicado escenario actual, la cultura catalana responde a las subvenciones públicas a las que por supuesto no se accede si no se comulga con la línea oficial.  El Gobierno de Carles Puigdemont – sostenido por los extremistas de la CUP –  regaló  a los medios de comunicación de cualquier soporte escritos en catalán con 7,32 millones de euros en 2016. Esta cifra supuso casi una cuarta parte de los 32,88 millones de dinero público que repartió el Institut Català de les Empreses Culturals, que además de medios, subvenciona a la música, el cine, la danza, el teatro, el circo ….

Esta institución pública goza en 2017 de 38,45 millones de euros  para repartir entre  empresas e iniciativas culturales, un 17% más que en 2016.

Por su parte, las productoras audiovisuales copan las subvenciones culturales de la Generalitat, que ha destinado en 2016 hasta 10,6 millones de euros a la producción cinematográfica.

¿Cuánto de todo ello ha servido y sirve a los planes del independentismo?.

Pese a ello , según datos del Departamento de Cultura, el doblaje de la  ultima entrega de ‘Star Wars al catalán ha costado 97.000 euros, que ha aportado la Generalitat, mientras que la versión en castellano ha sido asumida por la propia distribuidora.  La respuesta real fue devastadora: salas casi vacías para ver la película en catalán y a rebosar en las dobladas al castellano.  En  2015, apenas un 2 % de los espectadores asistieron al cine para ver películas dobladas al catalán, frente a un 70 % que lo hicieron en castellano.

La cultura catalana – española por tanto – precisa un revulsivo de verdad, de talento, de creatividad, más allá de la corrección política y del mediocre independentismo que amenaza con destruir su auténtica esencia. ¿Alguien será capaz de encabezar esta propuesta de auténtica regeneración nacional?