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No se negocia con golpistas

Redacción




Carles Puigdemont y Mariano Rajoy, en foto de archivo. /Foto: expansion.com.

Enrique de Diego.

De repente, el ruedo ibérico se ha llenado de la palabra mantra y taumatúrgica: diálogo; es preciso conseguir una solución dialogada; una solución política, una especie de apaño. De repente, se abre la piñata: a los simpáticos golpistas se les ofrece romper la banca: «más dinero y más autogobierno», «modernizar las autonomías» (para ampliarlas, claro), «reformar la Constitución». Lo que usted quiera, señor golpista. Pida por esa boquita que el Estado está en almoneda.

Este es un Gobierno que siempre está dispuesto a dialogar con delincuentes, cuando estos son políticos y recurren a la violencia. Es preciso preservar el sistema, el consenso básico que implica resolver cualquier cuestión aumentando el gasto público y cediendo. El Gobierno no está cómodo haciendo cumplir la Ley. Prefiere un pasteleo, un pacto oscuro o simplemente pragmático, para que todo siga igual.

No acaba de entender la postura de Carles Puigdemont, al que ha literalmente mimado durante meses. Hay otros muchos factores en liza, pero al Gobierno se le escapa el factor humano, tan importante en política. Es preciso retornar al retrato que hizo de sí mismo en el Círculo del Liceo: perfil bajo, preparado para ir a la cárcel y dispuesto a pasar a la historia. Cuando el miércoles, por un juez actuando de oficio y 18 guardias civiles atrapados en la Conselleria de Economía se desarticuló buena parte de la logística del referéndum, en la reunión del Govern hubo un ambiente claramente depresivo, pues el referéndum ha quedado «afectado«, como declaró Oriol Junqueras, salvo por parte de Carles Puigdemont, que se ha creído la reencarnación de Lluís Companys, y que quiere llegar como sea, aún en una ambientación crispada o en un panorama ridículo, a declarar el día 3 la «república independiente» de Cataluña.

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Esta vez no hay pacto y no será porque el Gobierno de Rajoy no quiera, porque lo está deseando. Para el Gobierno de la nación dialogar y pactar con golpistas sí se puede. Hay un iluminado que no está dispuesto, que prefiere el martirologio a la componenda y que puede echar abajo cuarenta años de pactos en la trastienda.