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Carta a Ana Pardo de Vera, empleada de Jaume Roures

Redacción




Ana Pardo de Vera, directora de Público, inquisidora. /Foto: elplural.com.

Enrique de Diego.

Procuro, Ana Pardo de Vera, no entrar, por higiene mental, en Público. He recalado para comprobar la simbiosis entre el digital de Jaume Roures, del que tú eres empleada, y esa gran estafa de Podemos. Ambos pretendéis perpetrar una grosera manipulación, en una doble línea: intentar extender el conflicto del separatismo al conjunto nacional, como si no se tratara del cumplimiento de la Ley sino cuestión de democracia; pretender situar la responsabilidad, con tosco maniqueísmo, en el Gobierno. Rajoy está, sin duda, al frente de un partido infectado de corrupción, pero no se ha inventado ni al separatismo ni a la CUP, ni a Carme Forcadell, ni al miserable Carles Puigdemont. Sólo es responsable de responder tarde a la asonada golpista.

Hete aquí que estoy de acuerdo contigo en que estamos ante una revolución. Y hay que pararla como sea. Identificas revolución con democracia: «revolucionarios o defensores de las democracias al servicio de la gente». Casi todas las ‘revoluciones’ desde el siglo XIX para acá han sido violentas, genocidas y contra la democracia. O te falta bagaje o te crees tus propias mentiras. Claro, que tú consideras una revolución la ley del matrimonio homosexual, lo cual me parece una devaluación del concepto. Y todas las revoluciones han sido violentas y genocidas, incluida la de Gandhi que costó dos millones de muertos, que han desaparecido de la historia para mantener el mito.

Hipocresía de la nueva inquisición relativista

Estáis preocupados por los riesgos para la «libertad ideológica«. ¡Cuánta hipocresía! Vosotros sois la nueva inquisición relativista de nuestro tiempo, tanto más peligrosa cuanto que es una colección de consignas vacuas, destructivas e insustanciales, y carece de armazón intelectual. Eres una ignorante ilustrada, con algunas cursilerías insufribles: «tan alejados de la seducción, la empatía y la Política con mayúscula«. ¡Qué engolamiento de peluca empolvada!

En cuanto empleada del anfitrión de la cena conspirativa entre Oriol Junqueras y Pablo Iglesias, te estás ganando el sueldo, con exceso de celo. Porque, al fin y al cabo, no eres más que una empleada de Roures, la voz de su amo. Caes en exageraciones ridículas propias de una lacaya. Así, la que está en marcha «ha adquirido ya el estatus de una de las grandes revoluciones del siglo XXI, muy similar a la inconclusa del 15-M«. Ni como guiño al 15-M sirve tal desmesura impostada.

El identitarismo barrerá a Podemos del mapa

Pero ¿de qué revolución se trata? No es marxista, no hay nada en ella de lucha de clases, nada que sugiera progresismo. Cito a tu colaborador José Carlos Monedero, que es un sectario de tomo y lomo, y maneja para el análisis un marxismo -la mayor ideología de odio- de detritus. «El PdeCat está luchando a la desesperada por una amnistía y su objetivo es lograr beneficios para la élite económica catalana (con migajas para la ciudadanía)«. Las primeras víctimas de esta revolución son los de Podemos, y detrás vais vosotros. Podemos nació con pulsión social no identitaria y el identitarismo amorfo desatado en Cataluña está descolocando y barriendo a Podemos en Cataluña y en toda España. Por instinto de supervivencia, Podemos tendría que estar contra este golpe de Estado y esta revolución amorfa y reaccionaria. En Cataluña no va a poder competir en el mismo espacio con la CUP; ya se ha dividido, con Albano Dante en la cima del monte identitario; y en el resto de España no va a poder presentarse porque no es un partido español.

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Revolución reaccionaria. Extemporánea, es una revolución nacionalista clásica del siglo XIX. Amorfa, porque no defiende una identidad. Enric Prat de la Riba, que merece ser considerado el padre del nacionalismo catalán con su libro «La nación catalana«, no consideraría, en ninguno de los sentidos, catalán a Gabriel Rufián, que se presenta como independentista castellanoparlante, lo que para Prat de la Riba sería un desafuero inconcebible porque la lengua es esencial para la identidad catalana. Pero no sólo la lengua, también la raza -cuestión muy bien tratada por Francisco Caja, de Convivencia Cívica Catalana-, y la religión, que en Prat de la Riba gira en torno a Monserrat. Todas las referencias del nacionalismo catalán histórico, como Pau Claris o Rafael Casanova, eran fervorosos católicos y aún ultramontanos. Prat de la Riba nunca hubiera considerado catalanes a los nous catalans. Y menos a los que salen en la foto siendo servilmente saludados por Rufián.

Al ser una revolución del XIX extemporánea, ha producido una mutación que la convierte en un monstruo deforme, pues establece la identidad en la diversidad que es su difuminación, su desaparición. El nacionalismo catalán a la vista de la resistencia tenaz del españolismo decidió dotarse de unos aliados subvencionados. En realidad, el separatismo catalán, ahora incurso en el tipificado delito de rebeldía, no sabe ni de dónde viene ni hacia dónde va. Sólo, como en el caso de Carles Puigdemont, quiere pasar a la Historia. ¡Una revolución de frenopático! Y sólo le queda como aglutinante el odio; el odio a España; en eso la cepa no se ha perdido: «el sentimiento del nacionalista es el odio«, dijo Prat de la Riba.

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Escriba de «Pepe Bono», el mayor corrupto de España

Los separatistas son bien conocidos, no engañan a nadie: sectarios, subvencionados y violentos; nadie se va a creer tus burdas manipulaciones. Sin pudor, aduces como autoridad moral para saltarse a la torera las leyes, sin las que el vacío lo llena la barbarie, a «Pepe Bono». Dices que estabas «empotrada para un libro de cara a sus siguientes elecciones». ¿En qué sentido empotrada? ¿En Hípica Almenara? ¡De dónde vienes! Es decir, que has sido propagandista de uno de los personajes más corruptos de España, que tiene una cuenta corriente con 180 millones de euros en Las Bahamas, cuyo enriquecimiento ilícito es visible, ostentoso y escandaloso. Me parece lamentable lo tuyo, Ana Pardo de Vera. Ante la corrupción de José Bono palidece la de Ignacio González y sólo es comparable la de Jordi Pujol.

Lo que te resulta tan simpático del separatismo liberticida y sedicioso es ese odio a España que es de buen tono en la izquierda caviar, como la de tu señorito Jaume Roures, colaborador de ETA, y al que hizo multimillonario el impresentable de Zapatero, y que se dice trotskysta y que no ha cambiado un ápice sus ideas, cuando nada resulta más repulsivo al trotskysmo que el nacionalismo, pues es internacionalista y partidario de la revolución mundial.

Eres, Ana Pardo de Vera, una manipuladora de tres al cuarto. Escribes, sin que tiemble la mano ante tamaña estupidez que se está «generando una gigantesca ola de simpatía del resto de España hacia el pueblo catalán». Lo del pueblo catalán es una abstracción. Lo de la «gigantesca ola de simpatía» es una absoluta alucinación; esa ola la debes hacer tú en la bañera. «No busques, por cierto, la plasmación de esa simpatía en los medios de comunicación deudores del Ibex que mueve los hilos del Gobierno; búsquenla en las calles, en los bares, en las redes, en los supermercados, en las puertas de las guarderías, en los exteriores de los colegios, en los interiores de universidades o en las plazas de los pueblos». Ya se ve que no coincidimos en los mismos sitios. Me he puesto a buscarla donde tú dices, y no hay nada de nada de esa simpatía. Mientes, Ana Pardo de Vera, ignorante ilustrada.

El ignorante ilustrado

Carta abierta al sinvergüenza de Bono

http://ramblalibre.com/2017/01/24/caso-bono-2-la-abultada-cuenta-de-el-paellas-y-el-bombillas/