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Lo mejor que se puede hacer con las urnas del 1-O es romperlas

Redacción




Bandera de España. /Foto: banderas-mundo.es.

Enrique de Diego.

Los mismos que gritan en sus manifestaciones «españoles, no; refugiados, sí«, que asaltan la caseta de Ciudadanos en Santa Coloma de Gramanet con gritos de «vosotros, fascistas, sois los terroristas» o que pegan una paliza a una niña de 13 años por ir vestida con una camiseta de la selección española o a una joven por llevar la bandera de España, ahora se presentan como adalides de la democracia -«ya no es cuestión de independencia sí o no, sino de democracia sí o no«, ha dicho el miserable de Carles Puigdemont– y llaman a la participación de los que denominan susurrantes los «demócratas del no».

En un ejercicio de cinismo, Artur Mas ha declarado que «si gana el no, el soberanismo quedará aparcado».

Hay que confiar que el Gobierno de la nación cumpla al máximo sus promesas de firmeza y que el sedicioso referéndum no tenga lugar, pero, en cualquier caso, por supuesto, ni un solo voto españolista en esas urnas separatistas, cuyo mejor destino sería romperlas.

Los que quieren acabar con la legalidad vigente, los que pretender terminar con la democracia desbocándose por la senda del totalitarismo, están intentando generar el mito de sus urnas, que no son otra cosa que mingitorios de la libertad, cloacas de metracrilato. Poner una urna contra la Ley, contra España no es democracia, es fascismo.

Son las armas de un golpe de Estado que debe ser abortado.