
Enrique de Diego.
Usted, Carme Forcadell, parece una mosquita muerta, con la fealdad del mal, pero es una golpista totalitaria, que ha abierto un proceso revolucionario que ni usted, ni el miserable de Carles Puigdemont, podrán controlar.
Como no hay que tener miedo a las palabras, sino a las realidades que describen, usted, Carme Forcadell, lleva a Cataluña a la guerra civil. Media Cataluña ha decidido acabar con la otra media y ha empezado pisoteando todos y cada uno de los derechos y las normas de sus representantes. Porque usted se ha saltado su propio Reglamento, no ha permitido ni dado tiempo para enmiendas, se ha saltado al Consell de Garantias. Usted ha acabado con la tradición parlamentaria catalana. Sin respetar su propio Reglamento, ¿qué va a respetar usted y sus matones del Junt pel Sí y el 3% y los descerebrados totalitarios de la CUP?

Usted y sus matones han iniciado, sí, una revolución que no ni van a controlar ni saben dónde les llevará -espero que a la cárcel, donde usted debería haber ingresado de inmediato, según el Código Penal- en el afán del miserable de Carles Puigdemont de pasar a la historia. Si ustedes no respetan ni su propio Reglamento, ¿qué van a respetar en el futuro? Nada. Usted y sus matones sois unos peligrosos liberticidas, a los que hay que parar y hacer caer el peso de la Ley.
Un tumulto asambleario bolivariano
Vea usted las imágenes de ese exParlamento constituido en Asamblea cantando Els segadors y verá que la imagen es la de una institución bananera, bolivariana, tardocomunista. No respetando ninguno de los derechos de los diputados de la oposición han mostrado su desprecio hacia los ciudadanos a los que representan. Ustedes han decretado la muerte civil de media Cataluña, de la Cataluña mayoritaria. Como ha dicho, bien, el secretario general del PSOE, José Luis Ábalos, «pisotear los derechos de los representantes políticos supone pisotear también los derechos de los ciudadanos de Cataluña».
Usted, mosquita muerta, que lleva toda la vida viviendo del rollo separatista, se ha considerado legitimada para hacer esto, para dar el paso del golpe de estado a la revolución, por una ley superior. Este desfonde totalitario en el que están ustedes -mezcla de nazis y comunistas- sumiendo a Cataluña lo ha reflejado con precisión Oriol Junqueras: «Algunos están muy enfadados por la interpretación de un artículo del reglamento; debatimos algo mucho más profundo: el derecho de los ciudadanos a votar». Es la reclamación de una ley esotérica de la nación, de una conciencia revolucionaria. El fin justifica los medios. Así empiezan los campos de concentración y de exterminio.

Me gustaría pensar que las palabras de Xavier García Albiol de que «el Gobierno de España defenderá la libertad frente al totalitarismo» van a ser avaladas con hechos, porque la caja de Pándora, este tremendo relativismo, esta marcha desbocada hacia la tiranía y el partido único -el de los sediciosos cantando su himno como los revolucionarios franceses en el Juego de Pelota- sume a la sociedad catalana en un camino lleno de inmensos peligros y peligrosas emociones.
El portavoz de Podemos, Joan Coscubiela ha calificado lo vivido en el exParlament de «procedimiento bucanero».
Las revoluciones se sabe como empiezan pero no como acaban y siempre se llevan por delante a quienes las ponen en marcha. Es lo que a usted le va a pasar. Usted, Carme Forcadell, ha firmado su sentencia de muerte política. Siempre le quedará el recuerdo del apoyo de la garrula cortesana de Pilar Rahola: «gracias, Carme, por la dignidad».
Dignidad ninguna, Carme. Suma indignidad. Ojalá tanta irresponsabilidad no termine en un baño de sangre.
Sobre la querida Cataluña se extienden desde hoy tinieblas sombrías. Anna Gabriel ha hablado de «demofobia«. En su disloque acierta: fobia al demonio, porque usted, Carme Forcadell, ha invocado a Satanás y a todos los demonios familiares. Primero mienten y luego destruyen.