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Andrés García Reche, el vetusto sucursalista

Redacción




Enrique de Diego.

Salió la marmota y predijo cuatro semanas más de invierno. «Atrapados en el tiempo«, por Andrés García Reche, quien ya la lió parda tratando de difuminar todas las marcas turísticas de Alicante, como Costa Blanca y Benidorm, con aquel engendro de Mediterrania. Vamos a suponer que esta momia política fuera capaz de innovar algo, fuera de la retórica pertinente; aunque los funcionarios pueden dar la estabilidad del mandarinato pero pretender que innoven es pedir peras al olmo.

Lo cierto y verdad es que de la Agencia Valenciana de la Innovación en Alicante no va a haber ni las migajas, sino simplemente un despacho para el rollero Andrés García Reche, que también lo tendrá en Valencia, con lo que va a salir al contribuyente por un ojo de la cara.

Para empezar, innovar, innovar no innova ni lo más mínimo: todo para Valencia. Lo de siempre, en este socialista egipcio. Cincuenta funcionarios que se añaden al lastre del centralismo valenciano, que van a ser pagados por los contribuyentes valencianos, pero allí se quedará toda la riqueza, por los alicantinos, paganos ninguneados, y los castellonenses, que tampoco pintan nada.

García Reche, que estudió en el Instituto Jorge Juan, y que dice que nadie le va a dar lecciones de alicantinismo porque es de aquí, ha interiorizado su condición de sucursalista cipayo y exhibe con fatua arrogancia su condición servil. Los alicantinos son duros de oído, por de pronto, porque el faraón Ximo Puig habló de «sede institucional»; es decir, de un despachito para García Reche; y cómo iba a venir a Alicante la sede, si todo está en Valencia…»Por ejemplo, para la compra pública innovadora sería ridículo tener a la gente en Alicante cuando hay que negociar con las sedes centrales de las consellerias». Es decir, que como todo está en Valencia, desde la malhadada época del faraón Joan Lerma, pues todo para Valencia, ahora y siempre, aunque Alicante tenga más demografía y contribuya más.

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Pero claro, esos cincuenta funcionarios cobran en Valencia y gastan en Valencia, de forma que cada mes se produce una transferencia de riqueza desde Alicante -cuyos ciudadanos están fritos a impuestos- a Valencia, en lo que ya constituye un timo, una expoliación asfixiante e insoportable.

Lo de la Agencia Valenciana de la Innovación es casus belli. 

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