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Ximo Puig o la depredación objetiva

Redacción




Josep Sansano.

La idea de que Ximo Puig y Andrés García Reche vayan a innovar lo más mínimo es un delirium tremens. Que pretendan cambiar el «modelo productivo» es el timo de la estampita con cargo a los Presupuestos. Subvencionar la innovación es un contrasentido y una clara apuesta porque la innovación no florezca. Un cambio real del «modelo productivo» es que estos dos improductivos dimitieran y nadie ocupara su puesto. Andrés García Reche ya andaba con estos rollos para aumentar burocracia, valenciana, por supuesto, cuando Napoleón hacia la mili y en la etapa de Joan Lerma.

Tras promesas en firme de que la Agencia Valenciana de la Innovación iba a tener su sede en Alicante, la cosa queda como siempre: con una sede nominal en Alicante y una real, en Valencia. No sé qué tiene Valencia que siempre la bendicen. Es como cuando Eduardo Zaplana prometió que la Consellería de Turismo tendría su sede en Benidorm, por evidentes razones, y fue asentarse el benidormí en la ciudad del Turia y olvidarse por completo.

Institucionalmente, a Ximo Puig no se le puede poner un pero. Es un hombre afable con una sonrisa impostada y meliflua que no transmite ni arrogancia ni prepotencia. También es persona honrada, que se sepa, aunque nuestro dibujante lo haya pintado como un lladre. Ciertamente, bloqueó, por manifiesto interés personal, que se suprimieran los privilegios de los expresidentes, lo que conlleva que el contribuyente tenga a pagar a Francisco Camps, con su pequeña corte, y a una secretaria de Alberto Fabra, que resulta ser Esther Pastor. Todos residentes en Valencia.

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Esa transferencia de riqueza de Alicante a Valencia hace que la Generalitat valenciana se ha convertido en un pesado lastre para la economía y el bienestar de los alicantinos, es un hecho objetivo. Valencia se ha convertido en una ciudad funcionarial, en un nuevo centralismo. Todo el aparataje administrativo está en Valencia. Allí están todas las consellerias y todos los organismos, menos la Sindicatura de Agravios. En Alicante, los funcionarios autonómicos se concentran en Justicia, Educación y Sanidad, más las oficinas Prop y la delegación del Consell.

Cuando Ximo Puig viene, como venía Lerma, echa la gasolina en Valencia; el chófer es un funcionario que cobra en Valencia. Todos los funcionarios de las nueve consellerias residen y cobran en Valencia. Lo mismo sucede con los organismos autónomos. No es que Alicante reciba las migajas. En propiedad, Alicante es depredada; hace una continua transferencia de riqueza hacia Valencia, pues en Valencia consumen los funcionarios de la Generalitat, a los que se sostiene con los tributos de Alicante; y también de Valencia, pero en Valencia se gastan sus sueldos.

La vertebración fracasó. Fue dilapidada en una orgía de corrupción irrestricta. Alicante tiene que defenderse, hacerse valer y volar por libre. Es lo que toca.

Alicante, marginado e insurrecto