Enrique de Diego.
Fue el 18 de julio -no hay fechas malditas ni deben asumirse sortilegios ni anatemas- y lo que empezó como reunión gastronómica de personas de peso y principios unidos por el amor a Alicante y a España, empezó a adoptar el extraño e ilusionante clima de un acto fundacional.
Es la foto del alicantinismo. De izquierda a derecha, el que suscribe; Santiago de Munck, presidente de «Esperanza Popular»; Francisco Maestre, candidato no oficialista a la presidencia del PP; Fermín Guerrero, abogado; Pascual Sánchez, empresario y comunicador; José María Bueno, abogado; Miguel Picher, empresario. Se trataba de una mera reunión de amigos, descomprometida e inocente, y en eso se sigue y algunos, seguramente, seguirán siempre. No son todos los que están, pero no están todos, los muchos, que son.
Una exalto cargo del PP de gestión desastrosa y ortografía lamentable ha pretendido dictar a los comensales con quien deben reunirse y con quien no. Lo único que ha conseguido ha sido remarcar el posible contenido político que allí empezamos a percibir cuando constatamos la regresión patente a una intensa discriminación de Alicante, a la mediocridad y sucursalismo de los actuales partidos y a la necesidad de ponerse en marcha.
Constituidos en Sociedad Gastronómica El Postiguet 18 de julio, ya hay tantos queriendo sumarse al condumio insurrecto y regenerador que va a resultar difícil encontrar lugar con el aforo adecuado. Es una llama que se prendió con inocencia y que está creciendo con fuerza, desde la convicción de que el futuro está abierto y desde la solidez de gente ya curtida en la lucha por las libertades y por los intereses de Alicante.
Larga vida al alicantinismo. ¿Te subes a la ola?