AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Homeopatía: la curación previsible por la similitud

Redacción




Samuel Hahnemann. /Foto: afullchola.com.

Joaquim Nabona

Los daños y la nocividad de las intervenciones terapéuticas médicas, enantiopáticas (por la vía de los contrarios) e isopáticas (vacunaciones), se infraestiman sistemáticamente en la investigación clínica. Numerosos factores – conceptuales, económicos, educativos, ideológicos, metodológicos, políticos y sociales – contribuyen a dicha infraestimación.
Es bien sabido que la YATROGENIA (daños causados en los enfermos por las intervenciones médicas – y quirúrgicas -) es la tercera (3ª) causa “oficial” de mortalidad en Occidente, aunque en verdad la yatrogenia inherente a la terapéutica enantiopática e isopática sea la PRIMERA (1ª) causa de mortalidad, porque, a sabiendas, se omite el fenómeno clínico de la SUPRESIÓN sistemática enantiopática (contraria contrariis) e isopática (aequlia aequalibus) de la expresividad de los fenómenos inflamatorios agudos, subagudos y crónicos, de efectividad únicamente paliativa efímera, pero siempre y sin excepción contraproducente y nociva a medio y largo plazo, constituyente del substrato generador de todos los procesos degenerativos vasculares y neoplásicos (las causas “oficiales” primera y segunda de mortalidad de Occidente)!

Error de los anti-inflamatorios
Téngase presente que el fenómeno de la inflamación es siempre el PRIMER signo fisiopatológico (de enfermedad). De ahí, resulta obvia la gran inconveniencia, a medio y a largo plazo, del consumo de antiinflamatorios químicos que neciamente se prescriben en los procesos y trastornos subagudos y crónicos.
No hay que olvidar que un gravísimo problema conceptual que sufre la “Biomedicina”, el paradigma biomédico actual, radica en el modelo de ser humano que considera: un ser humano “descoronado”, sin “corona”, es decir, sin espíritu, reducido a su dimensión corpórea, material, “cosificado”, y, encima, parcelado en entidades nosológicas, a partir del cual la única verdad verificable es la verdad de “abajo”. Esta reductora negación de la unidad indisoluble vida|espíritu del ser humano, es precisamente la quintaesencia del paradigma biomédico materialista y reductor (nanoparticular, molecular, genético, celular, microbiano) vigente. Éste idolatra así el fenómeno “bio”, en detrimento de su fundamento, el espíritu, y de esta manera se siguen perpetuando los FALSOS puntos de vista MATERIALES sobre la causalidad, la terapéutica y la curación propios de la ANTIGUA medicina (genéricamente llamada alopatía) en nuestros días. Y todo ello “gracias” al Capitalismo biomédico, que en nombre de la “ciencia”, se encarga de fomentarlos muy especialmente para así poder explotar económica,lucrativa y vilmente, más y más, la incurabilidad de la condición enfermiza humana… hasta el mismo momento del último suspiro de todos nosotros, pobres enfermos.
No falto de razón el Dr. S. Hahnemann (1755-1843), fundador del método científico médico sanativo que se alza sobre la simplicidad inherente al Principio de la similitud y su Ley de curación por la analogía de los síntomas, capaz de curar de forma cierta y previsible cada caso individual de enfermedad (siempre que su curación sea aún posible), ya en 1796, rogaba a sus colegas que, en las lacras crónicas y en las enfermedades agudas que se cronificaban, abandonasen la vía enantiopática contraria contrariis por ser incorrecta, ya que ésta sólo enmascara y suprime los síntomas, enraizándose mucho más el mal bajo el “barniz” de una paliación transitoria.
¡Esta ERRÓNEA, por nociva y contraproducente, ORIENTACIÓN enantiopática (e isopática) de la terapéutica médica hegemónica sigue siendo el gran PUNTO NEGRO de nuestro supuestamente tan “excelente” sistema sanitario público/privado!

NO TE LO PIERDAS:   Compre en Amazon y financie el asesinato de niños: el imperio de Jeff Bezos ahora pagará los gastos de los abortos de las empleadas

La biomedicina concibe al hombre sin espíritu

Ciencia es conocimiento, que aspira a conocer la verdad. Cada ámbito de conocimiento constituye una ciencia, y cada ámbito de conocimiento, es decir cada ciencia, tiene su método propio para acercarse lo más posible a su objeto de conocimiento. El objeto de conocimiento de la Medicina es el ser humano susceptible de enfermar y de morir; el ser humano entendido como unidad de vida y espíritu, como unidad indivisible de significado susceptible de enfermar. La unidad vida|espíritu del ser humano, de cada caso individual de enfermedad es precisamente el eje antropológico de la Homeopatía.
¡Cuán distinto es, por contra, el modelo de ser humano que la “biomedicina” considera! Un modelo de ser humano “descoronado”, sin “corona”, sin espíritu, reducido a su dimensión material, corpórea, “cosificado”, fragmentado y parcelado en entidades nosológicas. ¿Dónde está la real cientificidad de una Medicina basada en este paradigma biomédico, materialista (nanoparticular, molecular, genético, celular, microbiano) y reductor? ¿Qué “ciencia” médica puede vanagloriarse de un “modelo” tan inadecuado al real objeto de su ámbito de conocimiento y que introduce un grave sesgo en “su método” científico?
Hay que distinguir siempre la Homeopatía, el método científico médico sanativo capaz de curar de manera cierta y previsible cada caso individual de enfermedad (siempre que ésta sea aún posible), que se alza sobre la simplicidad inherente al Principio de la similitud y su Ley de curación por la analogía de los síntomas, la concepción dinámica del enfermar y de la curación, positivamente revolucionaria, fundada e impulsada por el Dr. S. Hahnemann (1755-1843), de la pseudohomeopatía (complejista, consumista, pluralista; complementaria, “no exclusivista”) que, descabezada de Principio, totalmente acientífica, prolifera por doquier, y se vale terapéuticamente de una similitud ambigua y equívoca, fomentada y subvencionada por el brazo operativo del Capitalismo biomédico en el seno de la “homeopatía”, la Farmaindustria homeopática.
La larga labor confusionaria subrepticia llevada a cabo desde hace décadas por la Farmaindustria homeopática ha logrado, también en España, que la mayoría de su población no sepa distinguir la Homeopatía de la pseudohomeopatía acientífica,… hasta tal punto que la CONFUSIÓN Homeopatía|pseudohomeopatía no sólo sea de índole ideológica-social, sino también corporativa, de modo que ni las instituciones universitarias, ni las sociedades científico-médicas, ni los colegios profesionales de médicos, ni muchas de las mismas asociaciones médicas “homeopáticas”, ni por supuesto las asociaciones de pacientes, totalmenmte confundidas, no sepan ni sean capaces de distinguir la Homeopatía de la pseudohomeopatía acientífica, … para que paralelamente desde el paradigma biomédico, materialista y reductor, hegemónico se pueda impune, “justa y merecidamente” atacar la “homeopatía”, léase, la CONFUSIÖN Homeopatía|pseudohomeopoatía, y negar su base científica, y así conseguir que la mayoría de los ciudadanos, confundidos, digan y neciamente repitan que la “homeopatía” es pseudociencia.
Deber deontológico es también enseñar que las fuerzas ideológicas del Capitalismo biomédico no sólo falsean incesantemente la verdad sanativa, sino que hacen lo indecible para impedir a toda costa que los estudiantes y profesionales de las ciencias de la salud, del primer y del tercer mundo, el acceso al CONOCIMIENTO de la simplicidad inherente al Principio de la similitud, el fundamento fontanal de: el fenómeno ubicuo y universal de la analogía, la homeorresis de todos los sistemas biológicos, el ser humano incluido, la analogía del ser, el Arte, la Ciencia, el método científico, la verdad sanativa, la fuerza sanativa de la simplicidad, la Homeopatía,… y de todos nosotros!
¡Entendemos ahora por qué y para qué las fuerzas ideológicas del Capitalismo biomédico interesadamente mantienen y sostienen la gran y muy grave LAGUNA EDUCATIVA que sufre la misma Educación médica: la negligencia didáctica del Principio de la similitud y su inherente simplicidad!
Entendemos también ahora por qué, obviamente, estas fuerzas ideológicas niegan y silencian sistemáticamente “la ley suprema y la piedra filosofal del médico: la simplicidad” (Dr. S. Hahnemann, 1797).
Recuérdese: ¡sin simplicidad medicinal la praxis médica se degrada en la acientificidad más absoluta! No ya la aberrante polimedicación, sino las posibles y potenciales interacciones farmacológicas resultantes de la administración de tan solo dos principios activos simultáneamente en un caso individual son impredecibles e ingentes, porque toda droga/fármaco, todo principio activo se ha experimentado él solo, uno a uno, no combinado, para poder conocer su eficacia experimental distintiva y propia.
¡La Homeopatía pura, toda simple, científica, dinámica es el socorro sanativo que cada caso individual de enfermedad necesita!