Virginia Montes.
Omnipresente detrás de Emmanuel Macron durante la campaña presidencial, la primera dama se ha hecho más discreta desde que él ha tomado posesión, pero no es menos influyente, hasta el punto de que varios ministros se quejan de que reduce su libertad de movimientos. Para todo hay que pasar por ella, que es quien lleva la agenda. Todo el mundo lo sabe y la llama.
Eso explica la gran cantidad de correos que recibe cada día. El presidente grupo de Macron en el Senado, ha explicado en la prensa: «Emmanuel Macron está rodeado de asesores que lo aislan. Entonces, paso por Brigitte. Y ella me dice: «Escribeme un mensaje, yo se lo haré llegar esta tarde».
Tras su llegada al Eliseo, la pregunta general era qué papel iba a ocupar la primera dama. Emmanuel Macron anunció en la campaña que quería dotar de un estatuto a esa función para evitar la hipocresía. Es imposible imaginar que Brigitte vaya a ocupar un lugar secundario como la esposa de Trump. Cuando estallaron los rumores, Brigitte se preocupó de citar a periodistas influyentes para explicarles que Macron «no es homosexual». Tras la declaración de política general de Édouard Philippe, cuando éste anunció un retraso en la bajada de impuestos prometida, a fin de cumplir el objetivo de déficit marcado por Bruselas, Brigitte Macron hizo sonar la alarma: «Si tú haces eso, actúas como Hollande, te hollandizas. Estás muerto».
Birgitte Macron no es una consejera más. Es la primera; una vicepresidenta en la sombra para algunos; una especie de «reina madre» para los maliciosos.
