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Toño Peral, el fontanero que quiere ser alcalde de Alicante

Redacción




Enrique de Diego.

El empleado de la Casa Blanca, luego implicado en el caso Watergate, trataba de explicar, infructuosamente, a su madre a qué se dedicaba. Recurrió a un simil: «me dedico a que las cañerías funcionen«. Las cloacas le hubiera sonado demasiado fuerte a su progenitora, quien pareció caer en la cuenta: «¡Ah! Eres fontanero». De esa anécdota, viene el llamar «fontaneros» a los funcionarios del partido que se mueven en la trastienda. Toño Peral es uno de ellos, no ha hecho otra cosa que vivir del PP y así aspira a jubilarse. Toño Peral es el fontanero por excelencia de José Ciscar, el hombre que siempre juega sucio; el chivato, o dicho con más suavidad, el correveidile puesto en Diputación, para que tenga un sueldo y para ir con los chismes a Ciscar.

En cualquier organización humana formada por 14.500 socios, salir elegido por 500, es carecer de legitimidad. Toño Peral es el ilegítimo presidente del PP de Alicante y eso le pasará factura.

Toño Peral no ha hecho nada, que es lo que ahora da puntos en el PP de Alicante, aunque lleva en su mochila el oscuro episodio de las tarjetas de la central de compras que se intentó montar en Diputación y que se parecían mucho a las tarjetas black de Caja Madrid, aunque se ha echado mucha tierra encima.

El ex de Elsa Martínez, bendecido por Federico Trillo

Es tan oscuro Toño Peral que cuando se pregunta a la propia gente del PP la respuesta más habitual es que es «el ex de Elsa Martínez». Y el padre de su hijo, como proclamó Elsa en la Avenida de Salamanca, 14, para justificar su voto por la candidatura oficialista. Luego iremos a la ex rutilante Elsa Martínez y al desastre de la Ciudad de la Luz.

Toño Peral se inició en su vocación de fontanero de la mano del exembajador en Londres, Federico Trillo, vuelto al Consejo de Estado de donde nunca debió salir y menos recalar en Alicante, donde cartagenero de pura cepa, no pintaba nada, salvo cerrarle el paso y que no liara a Luis Gámir, que en paz descanse.

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Estuvo a punto de dirigir la Ciudad de la Luz pero se cruzó por el camino Elsa Martínez, apoyada por Gerardo Camps, que si hemos de hacer caso a las habladurías ha sido el político que más mujeres del PP ha promocionado, teniendo siempre su despacho abierto para cuantas quisieran promocionarse y escalar.

Eran aquellos tiempos en que cuando veías a un pepero en el aeropuerto de El Altet y le preguntabas que dónde iba, te respondía que viajaba a Hollywood. Cuando por la carretera entre Elche y Alicante hacía footing Gérard Depardieu, porque la Generalitat valenciana pagó 300.000 euros porque se rodara Asterix en sus instalaciones, hoy yermas.

Ciudad de la Luz, monumento al despilfarro

La Ciudad de la Luz surgió del maridaje entre un Eduardo Zaplana que tenía que hacer algo con el nombre Luz (de Lucentum) y Luis García Berlanga, que andaba tieso y daba glamour de izquierdas como gloria cinematográfica levantina. Esta especie de Cine Cittá, de Hollywood levantino, fue una mezcla esperpéntica de Bienvenido Mr Zaplana y La escopeta nacional. 

En las afueras de Alicante, en la zona llamada de Aguamarga, a unos cientos de metros del Mediterráneo, la Ciudad de la Luz hace tiempo se apagó y sus instalaciones están en un lamentable estado de abandono: 320.000 metros cuadrados, 11.000 metros cuadrados de platós de rodaje interior, 15.000 metros cuadrados de almacenes y talleres de construcción de decorados.

Ciudad de la Luz SAU fue puesta en marcha con el dinero de los contribuyentes en la orgía megalómana del desastre Zaplana, paradigma de los efectos devastadores del cortoplacismo. El 75% de las acciones, de “Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana”, el organismo autónomo dinamizador de todas las aventuras faraónicas del zaplanismo. Ciudad de la Luz incluía un superplató de 5.000 metros cuadrados y un Centro de Estudios donde se iba a poder cursar Comunicación Audiovisual. Se han perdido en este pozo sin fondo, que hoy es un monumento al despilfarro, 265 millones y se deben otros 190 millones.

Como fue Elsa Martínez la que, con su inutilidad proverbial, hundió la Ciudad de la Luz y no el fontanero Toño Peral, a éste hubo que colocarlo en las Cortes Valencianas, donde no hizo otra cosa que cobrar a fin de mes y estrechar lazos con José Císcar.

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Colocando a Toño Peral de correveidile

El drama vino cuando en las siguientes elecciones, Toño Peral, que ya había rehecho su vida sentimental con una benidormí abogada de la OAMI, apareció el 22 en la lista a las autonómicas y el 15 al Ayuntamiento de Alicante, puestos de relleno. Toño Peral removió Roma con Santiago; llamó a unos y a otros hasta quemar el teléfono; agitó las aguas de Génova; se arrastró ante Alberto Fabra quien le dijo que la lista estaba consensuada y no se iba a mover. Hubo que colocar a Toño Peral de jefe de gabinete del espantapájaros de César Sánchez, presidente de la Diputación. Porque Toño Peral tiene que ser mantenido por el partido in seacula saeculorum, aunque no haga más que ir con chismes y lamer culos.

Ahora le han puesto de presidente local del PP de Alicante porque era el que menos molestaba y ha dado algunas entrevistas en las que ha dado muestras de no tener nada que decir. Pero Toño Peral, toda la vida de secundario, quiere ser alcalde de Alicante. La estrategia de este PP romo e insustancial, esta fontanería averiada, es que el poder les vuelva sin otro esfuerzo que esperar el desgaste del tripartito, con el que Gabriel Echavarri no consigue formar una orquesta, pues desafinan mucho.

Y ahí lo tiene difícil. Ha de vencer a Ginés Lifante interesado en que repita Asunción Sánchez Zaplana (prima hermana de JJ Zaplana pero sin relacion sanguínea con Eduardo Zaplana) y las aspiraciones de Carlos Castillo, vicepresidente primero de la Diputacion, y Luis Barcala, portavoz en el Ayuntamiento. Demasiado arroz para tan poco pollo. Toño Peral puede haber cavado su propia tumba prestándose a ser el presidente ilegítimo del PP de Alicante capital.

José Ciscar, el hombre que siempre juega sucio

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