Luis Bru.
Cualquier diría que es un atentado terrorista: un marroquí se salta el paso fronterizo de Beni Enzar en Melilla, va armado con un cuchillo de grandes dimensiones, al tiempo que grita «Alá es grande». Los policías tienen que reducirlo y en la detención es herido un policía en un dedo.
A pesar de todas las apariencias, la Policía y el Ministerio del Interior insisten en que no estamos ante nada parecido a un atentado. Por de pronto, el marroquí tiene problemas mentales, aunque no se indica en qué se basa esa apreciación, ni se hace público el informe del forense. Aunque, bueno, se supone que los terroristas suelen tener problemas mentales y no es gente muy equilibrada. Una buena porción de ellos son psicópatas, por ejemplo; con frecuencia tienen rasgos narcisistas y psicóticos. No es, para nada, ser incompatible ser terrorista con tener problemas mentales. Si se trata de imponer que los musulmanes no pueden ser terroristas porque el islam es una religión de paz eso es absolutamente mentira: El Corán manda expresamente matar a los infieles. Y eso con toda evidencia lo que pretendía el musulmán marroquí.
Para evitar establecer que la Policía se ha vuelto completamente tonta -la Policía no es tonta, se decía, pero hay que ponerlo entre interrogantes- y que el Ministerio del Interior está llevado por un completo estúpido, se indica que «se ha abierto una investigación». Pues no se precisa ser Sherlock Holmes para ver a un marroquí con un cuchillo gritando la consigna musulmana que desata la violencia dirigiéndose contra los Policías españoles, pero a lo mejor se había escapado de un manicomio y andaba despistado y el cuchillo se lo había encontrado por casualidad.
Ante el fracaso del islamismo (7): La irracionalidad coránica