AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


José Ciscar, el hombre que siempre juega sucio

Redacción




Enrique de Diego.

Santiago de Munck, afiliado al PP con trienios y hoy uno de los abanderados del alicantinismo emergente, tuvo la ocurrencia, en el año 2012, de plantear una candidatura a la presidencia del PP de Alicante para «regenerar el partido«. A la vista de que procedía a abrir una sede electoral de «Esperanza Popular«, se cambiaron de urgencia los Estatutos, se dividió la ciudad en cinco distritos y se puso a la alcaldesa biimputada, Sonia Castedo, como coordinadora.

No quedaron ahí las cosas. Santiago de Munck es, además, secretario del Ayuntamiento de Monforte del Cid. El equipo de José Ciscar Bolufer se prodigó en llamadas a la alcaldesa Antonia Cervera con la manifiesta e imperiosa pretensión de que le echara y le dejara sin trabajo. Luchaba en ese momento Santiago con una grave enfermedad, felizmente superada, pero eso tampoco se tuvo en cuenta. La alcaldesa tuvo que informar a los presionantes interlocutores que Santiago de Munck es secretario por oposición «y puede hacer en su tiempo libre lo que le dé la gana».

La persecución no cesa. Santiago de Munck ha solicitado la plaza de Mutxamel en comisión de servicios y de inmediato José Juan Zaplana, el segundo de José Císcar, ha hecho las gestiones oportunas para cortocircuitar el traslado.

Este es el ambiente tenebroso en el que se mueve el PP alicantino de José Ciscar. Los populares no han avanzado por la senda de la regeneración sino que se han ido abismando en el de la degeneración. Es la ambientación que ha impuesto un político, que siempre juega sucio, sin otro proyecto que el poder por el poder.

Entrando con Vecinos por Moraira

Ciscar siempre ha jugado sucio. Es su estilo, su norma. Juego sucio desde el principio cuando puso en marcha el partido Ciudadanos por Moraira soliviantando el conflicto con su ciudad natal de Teulada (13 de abril de 1961), en los límites con la provincia de Valencia. Moraira, cosmopolita; Teulada, agrícola; Moraira la playa de Teulada que se ha hecho mayor. Y hete aquí que José Ciscar, el hombre que siempre juega sucio, enarbola la bandera de la secesión, pero, avatares del destino, su posición irredenta y levantisca le permite el acceso a la alcaldía de Teulada, olvidándose de todas sus promesas. Cierra Ciudadanos por Moraira y recala en el PP, donde ve más futuro para medrar. Como alcalde de Teulada permanece entre 1999 y 2009.

A por José Joaquín Ripoll, alias Pitu

Y ahí hubiera seguido de no desatarse una auténtica guerra civil entre los seguidores de Francisco Camps y los de Eduardo Zaplana, hechos fuertes en su feudo alicantino, bajo la dirección de José Joaquín Ripoll, alias Pitu, entonces comandando la Diputación. Camps se fija en Ciscar, el hombre que siempre juega sucio, para la tarea de desactivar el reducto zaplanista y desalojar a Pitu de la presidencia provincial. Para ello le nombra delegado del Consell en Alicante, con sede en la Casa de las Brujas. Un puesto prescindible y gravoso que deja mucho tiempo libre y ofrece muchas opciones para conspirar y segar la hierba, dos tareas apropiadas para el hombre que siempre juega sucio. Y lo borda. Urde un pacto con Manuel Pérez Fenoll, de Benidorm, y con Sonia Castedo; compra voluntades, intimida cuando lo cree preciso y aquel hombre que aspiraba a convertir Moraira en municipio accede a la presidencia provincial del PP.

NO TE LO PIERDAS:   No hay dinero para pensiones, pero Carmena se gastará 10 millones en publicidad

José Ciscar sólo sabe jugar sucio. El ciscarismo, amalgama de chivatos, topos, trepas, arribistas, carece de ideas; no es un proyecto político sino el grado extremo y último de la degeneración de la casta. Ciscar gusta sólo de rodearse de tiralevitas, abrazafarolas, lameculos, lacayos y hombres de paja (como el nuevo presidente del PP de la capital, Tony Peral o el inconsistente presidente de la Diputación, César Sánchez). Ciscar tiene alma anémica de fontanero y ha convertido al PP en un partido de fontaneros que, de tanto en tanto, no tienen inconveniente en bajar al subsuelo y chapotear en las cloacas, con satisfacción de roedores, como si fuera el recreo.

La pasión de Alberto Fabra y Esther Pastor por los huevos sorpresa

Cumplida la misión, caído Camps por tres trajes, la fórmula 1 y algo más, José Ciscar recala como consejero de Educación en la Generalitat valenciana. Y ahí va a sobresalir sólo en hacer lo único que sabe: jugar sucio, muy sucio. Consigue situarse como vicepresidente y portavoz de la Generalitat con un muy débil, Alberto Fabra. La Generalitat se convierte en un coladero de información, en un auténtico queso de gruyere, de modo que se sabe la pasión de Fabra por los huevos kinder o de la rutilante Esther Pastor, con la que, yogures y los susodichos huevos, con cargo al contribuyente, pasa algunos fines de semana de intenso trabajo, hay que suponer, en hoteles de lujo…de Marruecos.

Alberto Fabra se siente acosado y apunta a José Ciscar, el hombre que siempre juega sucio. Con su jefe de seguridad y la policía autonómica organiza una redada en la que el mandado asesor de prensa de Ciscar -sobre el que recaen todas las sospechas de las filtraciones interesadas- es sometido a un tercer grado. Se teme que en el despacho del presidente de la Generalitat se hayan instalado micrófonos. Es una etapa paranoica, con una atmósfera espesa, irrespirable. Ciscar, del que no se fía nadie, ni él de sí mismo, contrata un detective para que mire por la red eléctrica, techos, paredes, mamparas y líneas telefónicas si le han instalado micrófonos. «No se ha detectado la presencia de ningún dispositivo de escucha», concluye el informe pericial, pagado, como todo, por el sufrido y sangrado contribuyente.

NO TE LO PIERDAS:   Los Gobiernos están infectando con veneno de muerte deliberadamente a sus poblaciones

Ahora, el hombre que siempre juega sucio, tiene controlada a Isabel Bonig, rodeada de sus fontaneros informadores. Eva Ortiz, JJ Zaplana (muchos zaplanas en el PP y resulta que no son familiares), Elías Díaz y otros correveidiles, duchos en infundios y navajas cabriteras.

Un partido sin militantes, especie extinguida

El hombre que siempre juega sucio ha conseguido un partido sin militantes: 510 votaron, cuotas pagadas, en las elecciones a presidente del partido de la capital, de los 14.500 nominales que un día fueron. Quizás estén todos aburridos o asqueados o muertos. Lejos los tiempos en que en la Institución Ferial Alicantina se congregaban cinco mil personas, a 50 euros el cubierto, citados por Eduardo Zaplana y organizada la procesión por Juan Manuel Cabot. Lejos, aquellos en que el PP convocaba su cena de verano -en Altea, por ejemplo- con miles de personas, aleteando presuroso el gineceo.

El partido de Ciscar, el hombre que siempre juega sucio, está hecho a su imagen y semejanza: renqueantes caimanes con un pie en el estribo, extesoreros corrompidos a punto de comparecer ante el juicio de Dios, ahormados con la carne putrefacta que se encuentra entre las garras de un león muy viejo, hijos inútiles reclamando la herencia -neocaciquismo- de ancianos padres incompetentes, y jóvenes viejos prematuros fontaneros, de ánimo delator y espíritu estrecho.

Militante es especie extinguida y no hay interés ninguno en resucitarla. Nadie quiere derramar 25 euros, que a saber quién se los quedará. Las dos amplias plantas de Avenida de Salamanca, 14 y la servidumbre de funcionarios que sestean los paga la Diputación, que puede ser legal -dudoso, el reglamento de la Diputación ni puede contravenir ni está por encima de la Ley de Financiación de Partidos- pero es nauseabundamente inmoral. En 2016, para que el hombre que siempre juega sucio tenga despacho partidario, se transfirieron desde Diputación 172.000 euros al partido, un 80% de su asignación para el 2016 (214.000 euros).

El ideal de Ciscar: un partido sin militantes, sin cuotas, sólo con cargos y subvenciones. El PP de la degeneración con el hombre que siempre juega sucio al frente. Ni José Ciscar Bolufer podía aspirar a llegar más alto, ni Alicante a caer más bajo.

Alicante, marginado e insurrecto