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Las doce plagas de España

Redacción




Yolanda Couceiro Morin.

Yolanda Couceiro Morin.

“La Historia es un cementerio de pueblos. España ya huele a crisantemos»

Si Egipto padeció, según el relato bíblico, diez plagas, España por su parte puede reclamar el dudoso mérito de haber superado ese funesto récord registrado allá por las riberas del Nilo hace unos 3.000 años.

España todavía parece no haber caído del todo. ¿Pero cuánto tiempo le queda para morder definitivamente el polvo y desaparecer? La degradación de esta vieja nación, mal cuidada, mal gobernada, invadida, traicionada, sigue inexorablemente. Podemos enumerar 12 plagas que la afectan. Y sin duda la lista no es exhaustiva.

1- Inmigración masiva que modifica el milenario paisaje antropológico. Estamos viviendo una colonización de poblamiento que corre el peligro de desembocar en una sustitución de población, y llevar al fin de España en el terreno antropológico, cultural y hasta lingüístico.

2- Islamización de la sociedad que trastoca la identidad cultural y que tiene como finalidad, conforme a la lógica universal del islam, la conquista total del país (o la recuperación, según la óptica musulmana, de un país que ya conquistaron una vez y que llamaron Al-Andalus).

3- Economía estatizada, socializada, endeudada, fuertemente fiscalizada, una auténtica fábrica de paro masivo, de desindustrialización y de recesión endémica. Todo ellos con una merma del nivel de vida de las clases medias, el empobrecimiento brutal de las clases asalariadas, la degradación de la productividad y de la competitividad del tejido económico de las pymes, único creador real de riqueza y de empleo, y peso cada día más costoso de las administraciones públicas particularmente pletóricas en España (Estado de las Autonomías, ejército de funcionarios, etc…).

4- Sistema sobredimensionado de una enseñanza pública en pleno fracaso, que no asegura ya la transmisión del saber y la cultura europea, ni permite en las condiciones actuales la ascensión social y la circulación de las élites. La enseñanza de la historia de España es denigrada, saboteada, falseada. La enseñanza pública gratuita sólo produce iletrismo e ignorancia a un coste muy elevado (ver los informes PISA de los últimos años).

 5- Fuga acelerada al exterior de los cerebros, de las fortunas, de los jóvenes. Más de dos millones de españoles viven en el extranjero, y el éxodo no decae, sino que se acelera. El trabajo y las inversiones de estos compatriotas es una pérdida total para España y una ganancia neta para los países que los reciben. Aquí quedaremos entre pobres. Pero la casta política no se preocupa por eso: de momento sus miembros viven de nuestros impuestos y piensan que eso durará eternamente.

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6- Criminalidad, delincuencia e inseguridad en aumento cuantitativo y en extensión geográfica constantes Cuanto más crece la criminalidad extranjera en cantidad y violencia, menos se la reprime. Esa es la nueva “democracia” y la ideología de los “Derechos Humanos”, que son en realidad máquinas de guerra contra el pueblo autóctono. A eso hay que añadir el fenómeno del terrorismo islámico en crecimiento desbocado, sin que esa bomba de relojería parezca inquietar demasiado a nuestras autoridades, que se conforman con recordarnos de tanto en tanto que hay que estar vigilantes y aprender a vivir con el miedo.

7- Degradación de la respuesta judicial a la criminalidad, lo que provoca como corolario paradójico el endurecimiento de la represión contra los españoles de origen. Dos varas de medir, en todos los aspectos: tolerancia hacia el extranjero, severidad contra el ciudadano español de a pie.

8- Quiebra de una sanidad pública manifiestamente insuficiente en medios y recursos, tanto humanos como materiales, para hacer frente al aumento de la población debido a la inmigración y la aparición de nuevas enfermedades desconocidas hasta ahora en España, o la reaparición de enfermedades ya erradicadas en décadas anteriores, llegadas en las alforjas de la inmigración actual.  Los recortes sanitarios y las nuevas enfermedades nos están llevando a situaciones que nos sitúan fuera del mundo desarrollado y del propio siglo en el que vivimos según el calendario.

9- Libertad de expresión en declive y emergencia de un poder represivo neototalitario que busca castigar o marginalizar a las opiniones disidentes.  Los grandes medios de comunicación están sometidos a lo políticamente correcto, y todos practican, salvo raras excepciones, la censura y la represión contra toda opinión contraria al credo en boga.

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10- Mediocridad de la clase política, tanto de la derecha como de la izquierda. La explicación es simple: Las élites gobernantes están divorciadas de las realidades del país. Les falta, por regla general, dos cosas esenciales: 1) el amor a su país, a su patria, de su dimensión histórica y cultural, y 2) la competencia, sobre todo en materia económica, reemplazada por dogmas ideológicos. Globalmente, la carrera polítitica no atrae ya a las verdaderas élites, sino a los trepadores y a los intrigantes.

11- Derrumbamiento de la creatividad cultural. La “cultura” oficial, generosamente subvencionada por el Estado paquidérmico, es un fracaso, una impostura, un asco. Sólo hay que ver las películas españolas financiadas por TVE con el dinero de los contribuyentes. Es sólo un ejemplo. Hay cosas aún peores.

12- Debilidad demográfica de la España europea. Tenemos unos ocho millones de extranjeros, más un millón de naturalizados en los últimos 10 años, muchos de ellos de origen extraeuropeo. Algunos se felicitan del repunte demográfico de España, sin querer darse cuenta que nunca es la cantidad de sus habitantes lo que hace la grandeza de un país (o que simplemente lo hace funcionar), sino la calidad de los mismos. La reproducción de los españoles autóctonos no asegura actualmente la renovación de las generaciones.

El declive demográfico del pueblo español es el punto más importante de este diagnóstico, la llaga más inquietante, la herida más sangrante. Un pueblo, una nación, no son abstracciones, “ideas”, conceptos. Por el contrario son realidades tangibles, físicas, enraizadas en el tiempo y el espacio, es decir étnicas. Los pueblos son ante todo tradiciones, memorias, culturas. Eso significa, en términos de realismo biológico, que un pueblo que no se reproduce (y hacemos todo para que eso sea así, legislando para favorecer el aborto en toda ocasión, por ejemplo) y que además enfrenta un flujo migratorio mucho más prolífico, se sitúa en la pendiente de su desaparición. “La Historia es un cementerio de pueblos. España ya huele a crisantemos”.