AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Los crímenes de la alopatía, la «medicina» asesina

Redacción




Guerra química. /Foto: muyinteresante.es.

Enrique de Diego.

Tengo 61 años y alguna experiencia vital: nunca, nunca he visto que la «medicina» alópata haya curado a nadie de nada. Sí he visto morir a bastante gente bajo sus efectos, por los terribles secundarios de la farmacopea química, que bombardea el cuerpo destrozándolo. Quien cae en sus redes va enlazando enfermedad tras enfermedad, dolencia tras dolencia, sufrimiento tras sufrimiento y siempre subiendo las dosis de medicamentos suministrados.

La medicina alópata es un error mantenido desde hace diecinueve siglos, que hoy es un negocio multimillonario y un sistema de control por parte del Estado. Combate la enfermedad por lo propio, de modo que es eficaz, en pequeños períodos, eliminando los síntomas, pero siempre enquistando y agravando los males.

Una estricta superstición

No es una ciencia, como pretenden, sino una estricta superstición, que da pingües beneficios, y que resulta criminal en todas las etapas del ser humano, desde las vacunas, que están produciendo efectos terribles como una epidemia de autismo, hasta sistemas propios de los campos de exterminio como la quimioterapia (estoy harto de conocer supuestas recuperaciones que dan paso a mortales recaídas), o el tremendo uso y abuso de los psicofármacos que sólo sirven para sedar y que destruyen el cuerpo y el espíritu.

La alopatía es incapaz de entender, por ejemplo, que la persona humana es un completo, la unión de cuerpo y alma, y la disecciona en órganos, sin entender que es el hombre el que está enfermo y no el hígado o el riñón; por supuesto, el hígado y el riñón, pero toda la persona, pues los órganos están, obviamente, interconectados, no son versos sueltos sino que constituyen una apasionante y frágil poesía.

NO TE LO PIERDAS:   Carta del Editor: Ucrania no es nuestra guerra

No es una ciencia. No funciona mediante el método prueba-error, pues en ese caso hace tiempo que hubiera sido abandonada y proscrita, pues es más perjudicial que el brujo de la tribu aunque mucho más engañosa y lucrativa. Los pacientes, por lo general, con una confianza ciega, no leen, por ejemplo, los prospectos de los medicamentos que se les suministran porque se aterrarían con las consecuencias previsibles. Por ejemplo, muchos psicofármacos tienen efectos secundarios del tipo de desarrollar conductas suicidas y están en el mercado o de provocar impotencia y son ampliamente recetados.

Muchas mujeres, por ejemplo, mueren de tumores cerebrales después de haber sido «curadas» de cáncer de mama. Estoy cansado de escuchar a gente decir que hicieron todo lo posible por su familiar y que incluso lo llevaron a la Clínica Universitaria de Navarra o a cualquier otro centro de «prestigio». Nunca curaron al paciente. Nunca curan.

El Estado ha convertido la alopatía en su doctrina oficial y su sistema de control

En muchos hospitales, la gente es infectada con virus agresivos que les provocan la muerte y no pasa nada. El Estado ha convertido la alopatía en su doctrina oficial, en su brazo armado para controlar y matar a la gente, para mantenerlos débiles y enfermizos.

Ha habido adelantos, por supuesto, en la higiene y en fórmulas medievales de cirugía. Hay mayor limpieza que en los cirujanos barberos pero no mucha más inteligencia, ni tampoco curación. Quien cae enfermo lo seguirá toda la vida, siendo un adicto a los fármacos, gracias a lo cual los médicos alópatas son comprados en un tráfico corrupto con regalos y viajes gratuitos a lugares paradisiacos, a veces bajo la patraña de que se trata de congresos.

NO TE LO PIERDAS:   REPENTINITIS: Muere Hugo Maradona, el hermano de Diego Armando, por fallo cardiaco a los 52 años

El negocio es tan inmenso, el dominio del Estado sobre las personas tan total, que la superstición alópata arremete de continuo contra quienes considera competidores de su nauseabunda y asesina mafia, organizando sucias campañas de desprestigio.

El riesgo de un abismo genocida

Sé que luchar contra el negocio de las farmacéuticas, contra la mentira de los sistemas estatales de sanidad y contra la falacia de las Facultades de Medicina es tarea ardua, y en sí imposible, pero es preciso decir la verdad: la deshumanizada medicina actual es un negocio criminal. Y, si no se sale de esta falaz superstición, el control del Estado y las megacorporaciones irá siendo cada vez mayor y la posibilidad de su abuso a todavía mayor escala y con mayor intensidad se abre como un abismo genocida.

Elogio y recomendación de la homeopatía

Samuel Hahnemann, contra la “medicina homicida”

Frente al capitalismo biomédico