Diego Pappalardo. Director de Consultora Universum.
Recordando para no perdernos con los acontecimientos de estos días: El sistema capitalista en su devenir histórico tiene diferentes etapas con sus respectivos ciclos de acumulación de capital y la pugna por la hegemonía, conformando para ello grupos cerrados para influir en las sociedades mediante la energía (dinero) y manipulación de la información.
Para no ser extensivo, recuerdo la existencia a partir de 1880 la lucha entre grupos elitistas británicos y germanos coincidiendo en una etapa de crisis del sistema capitalista a nivel global.
Para ir uniformando a las élites occidentales con el claro objetivo de no perder espacio y poder, desde segmentos del Atlantismo se fraguó en la década de 1950 la creación del Grupo Bilderberg uniendo las élites anglo-estadounidenses y las germano-italianas-francesas con influencia gradual y progresiva en el Vaticano.
Cuando comenzó a retrotraerse el boom del desarrollo capitalista inmediato a la finalización de la II Guerra Mundial y para afrontar nuevas problemáticas y cauces se erigieron el Club de Roma (1968), la Comisión Trilateral (1973) y en esos días surge la actual Unión Europea.
Con ello, se implementaba el control demográfico mundial y se limitaba el posible acceso a los gobiernos occidentales de las mayorías, siendo éstos cooptados generalmente por los representantes de la Super Elite Mundial.
Principalmente, fue la Super Elite Global que decidió la caída de la Unión Soviética y la unidad alemana para que ésta sea cautiva del Atlantismo.
Era necesario para pasar a la fase de Globalización la que sentará las bases materiales para el Gobierno Mundial de las 61 personas que poseen la riqueza equivalente a más de 3 mil millones de personas.
El nuevo capitalismo propugna un giro antropológico absolutamente radical
La globalización que se matriza más en lo geofinanciero que en lo geoeconómico es la superación del capitalismo clásico que, a pesar de sus errores no pocos de ellos malignos, se basaba en la economía real y no planteaba un giro antropológico absolutamente radical como sí lo hacen los proponentes de la globalización.
Por entonces, Rusia cayó bajo manos liberales para ser destrozada de manera gradual y no poder cumplir con su proyección en Eurasia hasta que aparece y se vigoriza allí el proyecto de freno a lo unipolar y destrucción de cualquier vestigio de orden natural.
Como se profundiza la crisis del capitalismo, cierto segmento de las élites estadounidenses colaboran con la figura presidencial de Donald Trump y éste asociado a «Los Deplorables» -víctimas reales y supremas del proyecto globalizador- emprenden un valladar en contra de la línea globalizadora.
Por su parte, ciertos niveles de las élites germanas -éstas ya no son soberanistas como sus pares de principios del siglo XX- van a propalar todo el programa de la globalización pero exigiendo autonomía respecto del clan estadounidense y, sobre todo, del proyecto de Donald Trump.
En ese orden, grupo Bilderberg propicia mantenimiento de la Unión Europea – con otro «maquillaje»- para servir de contrapeso a proyecto Trump. Por ello, The Economist de la rama Rothschild de Gran Bretaña en su número último ha vuelto a criticar negativamente. Por lo tanto, asistiremos a la modificación de estructuras de las élites occidentales o a la aparición de otras nuevas.