Virginia Montes.
La Rusia de Vladimir Putin está incrementando progresivamente su natalidad, y aunque aún se encuentra lejos de la tasa de fecundidad de reemplazo, va acercándose, superado el hundimiento de comienzos del siglo. Una de las bazas para invertir la tendencia ha sido una firme oposición a la llamada ideología de género por parte del jefe del Estado y de los legisladores.
La Duma aprobó una ley que prohíbe la promoción o publicidad de la homosexualidad. Según Vladimir Putin, se trata de preservar «la conciencia de los niños» y que elijan su opción tras la mayoría de edad, a los 18 años. La legislación rusa no establece pena alguna por la práctica homosexual, pero prohíbe su difusión en la enseñanza.
«Como jefe de Estado, he de proteger a la familia y a los valores morales tradicionales«, ha justificado Putin, para quien la natalidad es clave, y las parejas homosexuales «no procrean«.
En 2015, nacieron en Rusia, 1.940.579 niños, 27.107 más que en 2014, pero casi medio millón más que en 2004 cuando nacieron 1.502.477. La tasa de natalidad (número de nacimientos por cada mil habitantes) ha subido del 10,2 en 2004 al 13,3 en 2015. La tasa de fecundidad se sitúa en el 1,78, lejos del 2,1 de reemplazo. Putin considera que la vía de la homosexualidad conduce al suicidio demográfico.