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Podemos, un partido de teleserie (2): Aquí no hay quien viva

Redacción




La marca blanca San Fernando Sí Se Puede. /Foto: elcastillodesanfernando.es.

Miguel Sempere.

Parte del momentáneo éxito de Podemos se debe a que es un partido de teleserie, cuyos dirigentes sobreactúan, recogen algunos sentires de la calle, como la indignación contra la corrupción, para manipularlos hacia una ideología sin contenido, postmarxista, que empezó siguiendo sendas del chavismo, del socialismo del siglo XXI, y con propiedad es la quintaesencia de la inmundicia de la corrección política.

Podemos ha llevado la estafa electoral a niveles extremos, sin que hasta ahora haya sido denunciada. Si Ciudadanos ha sido tildado de «marca blanca del PP«, Podemos ha llevado la franquicia y la marca blanca a niveles extremos. En el ámbito local, Podemos no existe, sino que se disfrazó de una multitud de partidos locales. En San Fernando de Henares, la alcaldesa Catalina Rodríguez Morcillo es a un tiempo secretaria general de Podemos y de San Fernando Sí Se Puede, su grupo de concejales es un detritus humano de despojos de la izquierda, desde exdrogadictos, a exdelincuentes y miembros del movimiento okupa dedicados ahora a vivir del IBI.

Entre las teleseries a las que más se asemeja ese No Podemos local es a Aquí no hay quien viva. El portavoz de San Fernando Sí Se Puede, Pedro Ángel Moreno abandonó el acta de concejal por motivos ideológicos y de democracia interna; él venía de convivir dos años con el mundo abertzale. En Somos Alcalá cuatro de los concejales son de Podemos y dos de Equo. En Leganemos, los de Podemos han llevado la peor parte: dos dejaron de ser concejales y cuatro han pasado al grupo de no adscritos. Somos Coslada, simplemente, se ha difuminado.

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¿Qué pasará cuándo Podemos quiera presentarse con sus siglas en las futuras municipales? Muchas de las marcas blancas -como Ganar Fuenlabrada o Aranjuez Ahora- han generado sus propios intereses creados. Es probable que muchas no quieran desaparecer y dividan el voto. Como dice un observador político del Sur de Madrid, «dependerá de las expectativas nacionales de la marca». Si Podemos se desinfla, las marcas blancas seguirán; si asegura los puestos, habrá candidaturas propias.

Las marcas blancas de Podemos han sido un batiburrillo, un cajón de sastre y también un arca para la colocación de personas descolocadas provenientes del Partido Comunista o de movimientos asociativos alternativos. Sus tendencias asamblearias las someten a tensiones excesivas o las sumen en la apatía.

El criterio general es que su gestión, cuando están en el Gobierno, es mala tirando a pésima, con una obsesión compulsiva por subir impuestos y con una tendencia intensa a primar a los extranjeros sobre los españoles, siguiendo los dictados de la corrección política, a la que son tan adictos. En ese sentido, las marcas de Podemos no han representado ningún cambio, sino que han tenido a exagerar los males del sistema y a empeorarlo.