Enrique de Diego.
Perteneces, Leonor, a una familia de parásitos -y traidores-, que no han hecho más que daño a España y a los españoles, y tú misma has nacido con una partida presupuestaria bajo el brazo, funcionaria sin oposición ni nada, salvo el coito de tus padres y tu alumbramiento. Naciste parásita, viviendo del cuento, como todos tus ancestros. Y te deseo que dejes de ser esa horterada de princesa de Asturias cuanto antes, porque sería señal de que han terminado los males de la Patria.
Han puesto tu nombre a unos premios infames con los que, con el dinero de todos los españoles, tus padres y sus lacayos se dedican a hacer propaganda monárquica en vez de atender a los problemas reales de los españoles, como las pensiones. Y, por lo común, esos premios se dan a los peores, a los más serviles y mediocres, como Luis María Anson. Pero este año, Leonor, parásita desde la concepción, tú y los tuyos os habéis pasado de la raya premiando a quienes están destruyendo nuestra civilización y siguiendo los dictados del Club de Bilderberg y de George Soros, que administra las fortunas de las familias monárquicas europeas y seguramente la de todo lo que ha robado tu abuelo, Juan Carlos, que es él solo más ladrón que los cuarenta juntos de Alí Babá. Porque tu familia, los borbones, han ganado justa y merecida fama de pornógrafos y de trincones.
Has dado, o han dado en tu nombre, el premio de las Ciencias Sociales a una ignorante proteica, como Karen Amstrong, cuyo único mérito es ser una alucinada y fervorosa partidaria del integrismo islámico, que tantas muertes está provocando y que aquí causó la masacre del 11-M en Atocha. Y ahora el premio de la Concordia se lo concedes, niña ignorante y parásita, a la Unión Europea que está llevando a la destrucción de las identidades de las naciones europeas. ¿Cuál es la concordia que promueve la UE, sometida su burocracia a los poderes oscuros de este mundo?
La monarquía implica siempre degeneración de la sociedad y tiene su lógica ese premio a la UE, porque entre degenerados anda el juego y en estos momentos os veis todos en peligro y pretendéis mantener la farsa.
No eres, Leonor, una princesita, eres un lastre.
Todo monárquico tiende a ser, por mimetismo, degenerado, lacayo y trincón.