Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.
Fue llamado el actor de rostro perfecto, y en los años treinta , tras su éxito en Margarita Gautier (George Cukor, 1936 ) al lado de la divina Greta Garbo, Robert Taylor se convirtió en la sensación de la Metro Goldwyn Mayer y en el galán joven más cotizado de Hollywood. La Metro contaba además con Clark Gable, Spencer Tracy, James Stewart y Nelson Eddy, la Fox estaba presta a descubrir a Tyrone Power , la Paramount tenía a Gary Cooper y Bing Crosby y la Warner acababa de lanzar al inquieto y brillante Errol Flynn.
Y a su modo destacaban gigantes como Cary Grant. Sin duda resplandecía la era dorada del cine .
Robert Taylor nació en Filley (Nebraska) el 5 de agosto de 1911. Su verdadero nombre era Spangler Arlington Brough. Era el único hijo de un granjero que se convirtió en médico para ayudar a su esposa que sufría graves problemas de salud . Ella –sin embargo- viviría hasta edad muy avanzada sobreviviendo incluso a su propio hijo.
El joven Brough amaba por encima de todo la música y fue miembro de diversas orquestas , incluso de un trío musical: The Harmony Boys. Su gran apostura y su voz cálida y profunda le fueron abriendo el camino en grupos de teatro universitario ya que se había matriculado en la Facultad de Medicina (Pomona College en California ) para seguir los pasos de su padre. Pero en California se encontraba el emergente Hollywood, la fábrica de los sueños, y un día de los inicios de 1934 un cazatalentos de la MGM descubrió sus grandes posibilidades y le ofreció un contrato.
Sublime obsesión (Magnificent obsession ) 1935 de John M. Stahl con Irene Dunne, la mencionada Margarita Gautier (Camille) o Un yankee en Oxford (A yank at Oxford )1938 de Jack Conway con Maureen O,Sullivan y Vivien Leigh forjaron una carrera fulgurante que pronto ofrecería dos grandes obras maestras de cine romántico: Tres camaradas (Three comrades ) 1938 de Frnak Borzage, adaptación de una novela de Erich María Remarque que cuenta la trágica historia ambientada en la Alemania de inicios del nazismo de una mujer enferma (Margaret Sullavan ) y tres íntimos amigos y camaradas que la adoran: Taylor, Franchot Tone y Robert Young.
La segunda película es El puente de Waterloo (Waterloo Bridge ) 1941 de Mervin le Roy, con Vivien Leigh, otra maravillosa historia de amor roto por la guerra y las circunstancias de inusitada belleza.
El 14 de mayo de 1939 Robert Taylor se había casado con la gran actriz Barbara Stanwick . El matrimonio, lleno de altibajos, duraría hasta 1951 cuando en el rodaje de Quo Vadis? se descubrió el romance del actor con una starlette italiana?
Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en la Marina bajo el nombre de Spangler Arlington Brough con rango de teniente como instructor de vuelo de 1943 a 1945.
La escritora Linda Alexander, autora de una esplendida biografía titulada: Reluctant witness, narra con detalle las vicisitudes del rodaje en 1944 de Song of Russia, una película de Gregory Ratoff, producida por la MGM y con una visión favorable a la entonces aliada Unión Soviética. Robert Taylor , anticomunista declarado y fundador en 1944 de la Alianza para la preservación de los valores americanos (junto a John Wayne, Ward Bond, Adolphe Menjou, John Ford, Cecil B. de Mille, King Vidor, Walt Disney, Leo McCarey, Ginger Rogers, Ronald Reagan, Frank Capra, Jeanette MacDonald y la propia Bárbara Stanwyck ) fue citado a declarar en 1947 ante el Comité de Actividades Antiamericanas sobre presuntas actividades de infiltración comunista en la industria cinematográfica. El 14 de mayo, en una sesión a puerta cerrada en el Hotel Biltmore en California, contó las inusitadas presiones del gobierno de Roosevelt para que filmara Song of Rusia (1944), retrasando incluso su entrada en la Armada hasta después del rodaje.
Este episodio que Taylor consideró siempre lamentable y embarazoso le acarrearía no pocos problemas en el futuro, sobre todo en los medios de comunicación enemigos de sus posiciones políticas. El actor, sin embargo, trató de mantenerse al margen y se centró en su carrera artística, sin dejar desde luego, de defender los valores en los que creyó durante toda su vida . Una de sus mayores alegrías llegaría en 1966, cuando su gran amigo, actor y político, Ronald Reagan (1911-2004 ) – que también cumple centenario en 2011- alcanzó el puesto de Gobernador de California, tras retirarse del cine. Robert Taylor no podría llegar a verle en la Presidencia de los Estados Unidos.
A su regreso de la guerra, el cine había comenzado a cambiar, nuevos estilos, generaciones nuevas (Burt Lancaster, Kirk Douglas, John Wayne – unos años mayor pero que no alcanza el estrellato hasta 1948 ), Robert Mitchum, Stewart Granger, Monty Clift, Rock Hudson, Marlon Brando, Charlton Heston, Gregory Peck...), pero Robert Taylor supo renovar su imagen endureciéndola en personajes complicados como el indio militar de la espléndida La puerta del diablo (Devils doorway ) 1950 de Anthony Mann, el conductor de caravanas de Caravana de mujeres (Westward the woman) 1951 de William Wellmann o el esforzado centurión romano Marco Vinicio en la célebre e inolvidable Quo Vadis, 1952 de Mervin le Roy. El éxito de esta adaptación de la novela de Sienkiewicz volvió a poner en órbita la carrera de Robert Taylor y le proporcionó los personajes protagonistas en la fecunda serie de aventuras que la MGM encargó a Richard Thorpe en la primera mitad de los años cincuenta: Ivanhoe ( 1952 ) – con Joan Fontaine y Elizabeth Taylor – , Los caballeros del rey Arturo – con Ava Gardner y Mel Ferrer – , Todos los hermanos eran valientes, con Stewart Granger y Ann Blyth y Quintin Durward.
En 1954 Robert Taylor contrajo nuevo matrimonio con la bella actriz de origen alemán Ursula Thiess, con la que formaría una familia feliz con dos hijos, Terry ( 1955 ) y Tessa ( 1959 ). Ella abandonó su carrera para cuidar de los niños y la familia se estableció en un rancho propio situado en Brentwood (Los Angeles ). Allí viviría el actor los mejores años de su vida personal.
Algunos críticos menospreciaban el trabajo de Robert Taylor como actor, pero sus interpretaciones en la dura La ultima caza (The last Hunt ) 1955 de Richard Brooks, o la magnífica Chicago, años treinta (Party Girl) 1958 de Nicholas Ray, con Cyd Charisse, en la que da vida a un abogado defensor de gangsters, dan buena prueba de su categoría como actor, su carisma y su capacidad para cambiar de registro. Cualidades que también brillaron en Desafío en la ciudad muerta (The law and Jake Wade ) 1958 de John Sturges , con Richard Widmark.
Robert Taylor mantuvo una fidelidad legendaria a la MGM, incluso después de que Dore Schary sustituyera en el mando a su protector Louis B. Mayer. Pero la época de los contratos largos con los estudios tocaba a su fin, y tras Party Girl, Taylor hubo de abandonar la productora. Llegaba la década de los sesenta, el cambio generacional era ya un hecho y además su nueva familia y las actividades empresariales que inició unido a su trabajo en el rancho, hicieron que la actividad como actor disminuyera.
Probó suerte en la TV con la serie The detectives ( 1961 ) de agradable factura, retornó al western clásico Pistolas en la frontera (Cattle king ) 1964 de Tay Garnett , tuvo como pareja a su ex mujer Bárbara Stanwyck en la interesante The night walker, de William Castle y puso todo su empeño en una película independiente y ambiciosa sobre la integración de los indios en la época contemporánea: Johnny Tiger, 1965, al lado de un joven Chad Everett que se convertiría en un gran amigo personal. Pero la película no tuvo el éxito esperado y Robert Taylor comprendió que sus días de estrellato en el cine se habían desvanecido.
Viajó a España en 1966 para rodar Pampa salvaje, de Hugo Fregonese y a Egipto en 1967 para La esfinge de cristal.
Pero un cáncer de pulmón comenzó a asaltar su salud, deteriorada por su afición compulsiva al tabaco. El último año de su vida fue extremadamente duro, con una operación de pulmón y numerosas entradas y salidas en el hospital. Finalmente, Robert Taylor falleció el 8 de junio de 1969 , dos meses antes de cumplir 58 años, en St. John’s Hospital ( Santa Mónica, Californi ) , abrazado a Ursula y adorado por sus hijos que entonces contaban catorce y diez años.
Un emocionado Ronald Reagan, que no pudo contener las lágrimas y hubo de ser asistido por su esposa Nancy, pronunció el elogio en el funeral de su amigo. Con Robert Taylor desaparecía un pedazo del Hollywood dorado, de la época de los grandes estudios, de los sueños hechos películas. Había muerto joven como sus rivales y competidores en los años treinta Tyrone Power (1914-1958 ) y Errol Flynn (1909-1959 ) , pero al igual que ellos su gloria estará garantizada mientras continúen existiendo Margarita Gautier, Tres camaradas, El puente de Waterloo, La puerta del diablo, Quo Vadis, Ivanhoe o Chicago años treinta.