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Pedro Sánchez, dispuesto a invadir el terreno electoral de Podemos

Redacción




Pedro Sánchez, aclamado en el 39 Congreso. /Foto: huffingtonpost.com.

Miguel Sempere.

Con el 70,5 de los votos de los delegados del 39 Congreso, rodeado de fieles –Cristina Narbona (presidenta), Adriana Lastra (vicesecretaria general), José Luis Ábalos (secretario de organización)-, con el único gesto de integración de Patxi López en su ejecutiva, Pedro Sánchez es el líder incontestable del PSOE, que quiere serlo de la «izquierda«, dispuesto a «representar al 15-M«. Es decir, a invadir el terreno electoral de un Podemos noqueado por el fiasco de su moción de censura y con un Pedro Sánchez que no olvida el veto al que fue sometido por Pablo Iglesias.

Pedro Sánchez se siente fuerte. Ahora mismo carece de oposición interna. La Federación andaluza con la derrotada Susana Díaz solo puede aspirar a resistir y mantener sus posiciones. El poder de los barones va a ser desmantelado. Tres están en el punto de mira: el valenciano Ximo Puig quien vio como sus posiciones era claramente derrotadas por las huestes sanchistas (62,77% por el 28,54) y que previsiblemente va a tener recambio en el partido con Rafa García, alcalde de Burjassot. En Aragón, Javier Lambán puede perder el poder orgánico en el partido a manos de Susana Sumelzo y Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha también se encuentra en una posición débil.

El PSOE tiene un nuevo liderazgo, fuerte, y encara una nueva etapa en la que la vieja guardia y el felipismo han sido enterrados. La entronización de Pedro Sánchez ha adquirido tonos plebiscitarios, con el pabellón de Ifema de Madrid a reventar, con los delegados y ocho mil militantes, y aplaudiendo a rabiar.

El equipo de Sánchez ha echado abajo la moción de las Juventudes Socialistas a favor de la tercera república, pero ha asumido esa tesis esotérica y en sí estúpida de la plurinacionalidad. Sánchez se reivindica y sitúa como el único líder de la izquierda. En ese sentido puede hablarse, en efecto, de una podemización pero en sentido agresivo, pues niega legitimidad a Podemos y tiende a considerar sus votos como prestados.

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Pedro Sánchez prometió redoblar sus esfuerzos para generar «una mayoría alternativa al PP» y caminar «rumbo a La Moncloa«. Es decir, desalojar a Mariano Rajoy lo más rápidamente posible, lo cual pasa por un pacto con Ciudadanos, muy improbable, o entrar en el cenagoso terreno de los acuerdos con separatistas.