Enrique de Diego
Mariano Rajoy se merece, por supuesto, una moción de censura y ser desalojado del poder. El hedor de su corrupción personal y colectiva, del PP, es insoportable, incluso con el brutal control al que está sometida la perturbada Justicia española. Pero no es Pablo Iglesias, y su pareja, Irene Montero, la figura idónea para plantearla. Es muy posible que en esta moción de censura extemporánea y mediática salga debilitado Mariano Rajoy, pero saldrá mucho más Pablo Iglesias, cuya banalización es galopante.
Por de pronto, la moción es extemporánea porque es el incapaz Pablo Iglesias quien ha mantenido en La Moncloa a Mariano Rajoy negándose a apoyar, en su día, a Pedro Sánchez cuando presentó su candidatura a la investidura, apoyado y en coalición con Ciudadanos. Todavía Pablo Iglesias no ha explicado los motivos que le llevaron a aquella impostura y que convierte esta moción en una ridiculez espantosa para echar carnaza a La Sexta a fin de mantenerse en el primer plano mediático.
La moción está justificada, pero el candidato alternativo a presidente del Gobierno es un manifiesto mindundi, sin ninguna idea de España y con un desconocimiento completo respecto a los mecanismos de creación de riqueza en una sociedad. Rajoy es un corrupto que dirige una mafia; Pablo Iglesias es un incompetente proteico al frente de una tribu de trepas colocándose en los flancos abiertos del sistema para sostenerlo.
Solo la idiocia nacional, y el interés de la casta, puede hacer inteligible que la respuesta a la crisis del sistema haya sido Podemos, con una cúpula salida de lo peor y más fallido de la Universidad española, como subclase intelectual burguesa, que habla en nombre de los trabajadores a los que hunde con sus propuestas.
Por de pronto España es una nación, no una nación de naciones. Eso, tan repetido por Pablo Iglesias, es, en términos intelectuales, una soberana estupidez; y, en términos coloquiales, una chorrada. Nación de naciones es una contradicción en los términos. Si España fuera algo parecido a eso de nación de naciones sería un imperio, y no es el caso. Podemos si que es algo así como un partido de partidos, una amalgama, una sopa de letras. España es una nación y el no reconocimiento de lo obvio inhabilita a Pablo Iglesias y al engendro de Podemos. ¿Con qué osadía pretende ser presidente de una nación cuya existencia niega o relativiza?
Algunas de sus propuestas económicas no alcanzan ni el nivel de la demagogia. Pablo Iglesias propone subir los salarios. ¿Y por qué no dar un millón de euros a cada español? Subir los salarios no significa subir su poder adquisitivo. Pablo Iglesias desconoce cuestiones tan obvias como que el dinero no tiene un valor objetivo. Podemos es un partido de pijos de izquierdas, de funcionarios universitarios que le vienen muy bien a la casta para generar el suficiente circo lampedusiano.
El engaño de Podemos, una de las mayores pesadillas imaginables para hundir a los trabajadores y a las clases medias, está empezando a despejarse a la carrera. Por ejemplo, se acumulan los casos de corruptelas en sus dirigentes. La moción de censura puede servir