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Ignacio Echeverría, referente moral salvífico para todos los patriotas

Redacción




Edu Morato. Abogado. Presidente de pasionxespaña.es.

Estando Europa asolada por las hordas islamistas, a las que con nuestro despreciable buenismo alimentamos quitándoselo a los respectivos nacionales, ha tenido que suceder el enésimo “hecho aislado”, esto es, la criminal acción de los islamistas amantados a la teta europea, para que, cómo no, tuviera que ser un español, Ignacio Echeverría, quien armado con su skate se liara a mamporarrazos con un comando islamista suicida, resoluto y decido, menospreciando su propia vida.

Las casualidades no existen, existen las causalidades y tuvo que ser una suerte de caballero de la Orden del Skate quien saliera en defensa de las víctimas que la nación de turno, el Reino Unido, ni puede ni quiere proteger (es más no sería extraño que la acción terrorista hubiera sido un episodio más de falsa bandera promovida por la élite entroncada con la masonería y su hermano mayor, el sinionismo, con la finalidad de manipular el voto ciudadano en unas elecciones cuyo sistema tiene recursos, para incluso, manipular el conteo y el resultado).

¿Ahora bien, qué simboliza la muerte de Ignacio Echeverría ?. Pues bien, todos aquéllos valores que la infectocontagiosa progremugre europea detesta por ser cómplice del genocido blanco europeo en favor del reemplazo de población con otras razas extrañas a Europa, y en aplicación de una suerte de reformulación del Plan Kalergi.

Estos hiperpiojosos de la progremugre, en su puta mente psicópata, detestan los valores encarnados por Ignacio, y así, el sentido del valor, de la nobleza, de la justicia, de la generosidad, de la fe y de la esperanza.

¿Y saben por qué los detestan?. Sencillamente porque son desalmados dispuestos a servir a sus amo, que no es otro que el sinionismo, quien a través de infectas organizaciones serviles masonas reciben dinero de gentuza como Soros, de la traidora UE o de los títeres gobiernos “nacionales” que tienen como misión, sacrificar a sus nacionales, en beneficio de los de fuera, en tanto el enemigo a batir no es otro que la raza blanca, como culpable histórico de todos los males de la humanidad, y en particular la encarnada en los europeos, ocultando, por ejemplo, que el tráfico de esclavos europeos fue superior que el de los negreros (los últimos que hubo en España para con Cuba, eran catalanes, para escanio de esta gentuza pancatalista).

He preferido saber el resultado de la autopsia para hacer este artículo, aún cuando lo que queda tras la muerte de Ignacio, es el símbolo, esto es, un referente moral que trasciende cualquier tiempo.

Según los datos oficiales, murió de una puñalada en ese desigual y valeroso enfrentamiento de uno contra tres, armados con cuchillos cerámicos asidos a su muñeca por una cinta de cuero. No me hubiera extrañado que hubiera podido morir por “fuego amigo”, pero al menos, oficialmente, no ha sido así.

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Antes de conocerse ese dato, las hordas de orcos infectocontagiosos y progremugrientos de Eurabia y en particular de Españizuela, con Madriñistán y Cubaluña a la cabeza, gracias a las serviles consignas lanzadas desde abyectos personajes como el “progretelepredicador” Ferreras, especulaban con la muerte por “fuego amigo”, lo que tampoco hubiera cambiado el significado de la gesta de Ignacio.

De ésa forma, se reafirmarían en que las víctimas de los atentados en primera instancia son los europeos, pero en última los musulmanes, encarnados en los islamistas. Nada más hay que ver el histórico de los pestilentes tuits del mugroso trincón Modero-Billetero, para darse cuenta de ello y aún cuando pillarán “de marrón” a la CNN organizando, literalmente, una exigüa manifestación de mujeres y niños musulmanes contra los atentados, y por dinero, claro está, en tanto el islam no es compatible con Occidente, ni es religión de paz ni les sale del corazón a los musulmanes reprochar y menos, manifestarse, contra los actos suicidas de sus hermanos islamistas.

De haber muerto por el “fuego amigo”, hubiera exculpado a los ojos de la progremugre a los islamistas, sentando la absurda y surrealista conclusión de que la culpa habría sido de Ignacio, que se opuso a una manifestación desafortunada, pero “comprensible” y hasta “justificada” de esos oprimidos británicos musulmanes que malviven en medio de la carencia más absoluta y de una discrimanción atroz, eso sí, mientras los británicos oriundos, cada vez tienen menos renta disponible gracias a tanta ayuda social para con las mezquitas y su ejército de alienados fanáticos.

En el fondo, la giliprogres no le perdonan a Ignacio su gesto, en tanto encarna una nobleza propia de cualquier caballero de una orden medieval, que tanto bien hicieron, salvando contadas excepciones.

Pero la gallardía y el arrojo de Ignacio no viene de la ciencia infusa, sino por mor de una familia que encarna todos los valores que los progregetas odian, esto es, la de los valores que encarnan a la auténtica España, donde nación y catolicismo se unen para conformar un devenir histórico inigualable e insuperable por ninguna nación de la tierra, hasta la fecha.

Esta suerte de legión de zombis nihilistas que representa el progregeterío, se conforma por aquéllos que detestan las donaciones para la mejora del tratamiento de enfermos con la vieja cantinela de que ha de ser papá Estado quien garantice todo éso, al tiempo que como odia a España, y a los españoles, pero ante todo a sí mismos, en un justo castigo divino de quien odia todo aquéllo que encarna valores superiores a los suyos, y que trabajan en pos de la destrucción de España (pretendiendo ganar una guerra que perdieron, de tal forma, que si tiene lo que hay que tener, tendrán que hacer otra) y de Europa (socavando las naciones y el cristianismo, como elemento vertebrador de nuestros valores y tradiciones).

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Ignacio Echeverría. /Foto: losreplicantes.com

No me imagino que Ignacio, de haber resultado herido, hubiera sido tratado por personal sanitario de la preogremugre, pues quizás, hasta lo hubiesen dejado morir (o lo hubiesen apuntillado por lo que representaba). Y digo ésto, porque esta legión maligna y maldita que encarnan estos piojosos, especialistas en el “merme”, son aquéllos que rinden culto a la muerte y piden, por ejemplo, que a los enfermos cáncer se les corte el tratamiento si no hay solución posible, en tanto viven en el nihislismo, desconociendo virtudes como la fe y la esperanza. Eso sí, cuando los enfermos de cáncer son ellos o los suyos , toda esa suerte de liberados sindicales, odiados y despreciados por sus compañeros, pero temidos por mor del eco mediático de sus organizaciones (que deberían estar ilegalizadas si hubiera un gobierno nacional con cojones), remueven Roma con Santiago para que los tratamientos sean incluso mejor que los de pago.

A modo de resumen, Ignacio es un héroe convertido en mártir, a manos del enemigo en una guerra asimétrica que podríamos tildar de III Guerra Mundial, que encarna los valores caballerescos, gracias a que prendió en él los valores de una familia ejemplar que cultiva unos valores que la progremugre (que debería estar ilegalizada en cuanto a todas sus organizaciones en tanto son enemigas de los españoles y los europeos) está empeñada en combatir.

Los progregetas representan el mal, que puede ganar batallas, pero jamás la guerra. Ignacio es un mártir y ahora vive para siempre no sólo allí, con El Padre, sino en todos nosotros, los patriotas que nos sentimos españoles y católicos por historia y formación y en último extremo, europeos (como parte de un continente de viejas naciones, y por supuesto, euroescépticos) y en la confianza de que algún día, recobrada la confianza en nosotros mismos, conseguiremos borrar de España la lacra de la progremugre que nos atenaza, nos esclaviza y nos divide, simplemente con la mera ilegalización de estos enemigos de España (la cual, el buenista zapaterino Mariano no tiene huevos a llevar a llevar a efecto).

Ignacio Echeverría, descansa en paz, sabiendo que eres un mártir, y lo que implica, un referente moral salvífico para todos los patriotas y que con caballeros heróicos como tú, no todo está perdido.