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El evitable suicidio de Occidente a manos de la idiocia

Redacción




Theresa May. /Foto: lavanguardia.com.

Enrique de Diego

Hace dos años publiqué, desde la desesperación intelectual, «El suicidio de España» (https://www.amazon.es/El-suicidio-Espa%C3%B1a-Enrique-Diego-ebook/dp/B019ILVV18) que es una página del suicidio de Occidente, pues el mismo desfonde se da, en mayor o menor grado, en todas las naciones occidentales con un punto en común: la idiocia extrema que llevar al desarme frente al esclerótico depredador del islamismo.

Resulta hiriente y lacerante ver a la vieja Inglaterra aterrada y doblegada por unos musulmanes inadaptados y perdedores que esconden su inmenso fracaso tras la degradante barbarie. No vienen de desiertos lejanos sino que fueron acogidos en la brumosa Inglaterra para vivir de las ayudas sociales, del dinero de aquellos a quienes quieren matar.

Esa Inglaterra que gobernó, ayer, con la reina Victoria, sobre una cuarta parte del Plan3eta y cabalgó orgullosa sobre los mares. La Inglaterra de Ricardo Corazón de León, Enrique VIII, la reina Isabel, Nelson, Wellington y Winston Churchill es hoy un pálido y bembloros reflejo, con Theresa May y James Corbyn.

Tres días después de la masacre de Manchester, el jefe de Policía -había mostrado su prevención de que hubiera «expresiones de odio», cuanto bajo su inutilidad tenía 22 cadáveres en una terrible expresión de odio islámico- se fotografió con un imam -ambos sonrientes- exhibiendo un Corán. ¿Cuál era el sentido de esa foto? ¿Cuál el mensaje inteligible? La estupidez campa por sus respetos, se cobra muertesw y está en trance de echar abajo toda una civilización milenaria.

Tras la última barbarie de Londres, con musulmanes atropellando y acuchillando a personas a las que de nada conocen, en ese Londres a cuyo frente hay un musulán, Theresa May ha expresado que tales actos «son incompatibles con el islam». ¿En qué sentido? ¿Dónde dicen algo así el corán o los hadices? ¿Quién se inventa estas consignas estúpidas y por completo falaces? ¿Por qué se difunden sin el más mínimo pudor? ¿Por qué se las cree la gente?

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De pronto, se ha abandonado en masa la racionalidad y las sociedades y la humanidad van a la deriva, de sobrersalto en sobresalto, de masacre en masacre. Para Theresa May, «hay demasiada tolerancia con el integrismo». ¡Cómo si ella no fuera la primer ministra y la principal culpable, por ende! ¿Y de dónde se ha sacado que el integrismo es algo distinto del islamismo? ¿En qué se basa? Con estos errores brutales de diagnóstico, con este tupido velo de groseras mentiras, ¿dónde se puede ir salvo al desastre colectivo?

El cruel monstuo de Manchester era asiduo de la mezquita. Si de cualquier secta saliera un asesino así, de seguro se cerraría de inmediato el tempolo donde hubiera recibido enseñanzas tan sanguinarias. El islamismo es un fracaso, anquilosa las sociedades, demencia las mentes, no puede producir mentalidades sanas, extiende el desierto físico y mental, es un problema en sí; otro, es Occidente atenazado plor la estupidez, aherrojado por delirantes complejos de culpa, buenista y acobardado, dispuesto a pagar -vía impuestos- su exterminio.

A veces parece increíble lo que estamos viviendo, esta pesadilla relativista cotidiana, en la que la mentira y la estupidez se enseñorean del paisaje banal y tenebroso de nuestras sociedades, con unos dirigentes infames y felones, con la traición de las élites, con el desarme de los medios de incomunicación, con la complicidad de los eclesiásticos, con una general abjuración de la responsabilidad y el sentido común.

Aún hay tiempo -no mucho- para salir de esta deriva y tengo la esperanza, casi la certeza, de que se saldrá, pero ante tanta idiocia resulta a veces difícil mantener la esperanza.

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¡Y la princesita de Asturias, que ni ha llegado al uso de razón, premia a la inglesa Karen Amstron, una descerebrada apologeta del integrimos islamista!