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¡Ojalá Estados Unidos se saliera de la OTAN!

Redacción




Donald Trump con Emmanuel Macron. /Foto: cnn.com.

Enrique de Diego

La visita a la nueva y lujosa sede de la OTAN en Bruselas de Donald Trump ha puesto de manifiesto la distancia y los desencuentros con los melifluos y decadentes líderes europeos. La prensa al unísono se ha ensañado con el torpe y maleducado Trump frente a los civilizados y políticamente correctos líderes europeos. Hasta el líquido Macron ha sido ensalzado por un apretón de manos al que se conceden no sé qué virtudes taumatúrgicas.

Los líderes europeos que están protagonizando la autodestrucción de Europa, con el apoyo de sus cuerpos electorales, han dejado el trabajo sucio para los medios mientras ellos han sido exquisita y temerosamente contemporizadores.

Al fin y al cabo, desde el final de la segunda guerra mundial la factura de la defensa de Europa está siendo pagada por Estados Unidos mientras las naciones europeas pueden darse el lujo de reducir sus presupuestos de Defensa y tornarse tibias, pacifistas y de puertas abiertas. Para mantener el tinglado, y dar sentido a los puestos de los burócratas y a la nueva sede de la OTAN, el coro de estos dirigentes inconsistentes quieren que todo siga igual y que la Rusia de Putin sea equiparada a la URSS de Stalin.

Trump, al menos retóricamente se ha permitido humillarles, diciéndoles que deben dedicar “ingentes cantidades de dinero” a Defensa y que están permitiendo una invasión de sus territorios que va acompañada de un incremento del terrorismo. Al margen de las formas, es la estricta verdad.

La situación ha llegado a tal nivel de confusión que se precisarían medidas contundentes. ¡Ojalá Estados Unidos abandonara la OTAN! No solo es obsoleta, también es un peligro para Europa. Tiene al enemigo dentro con Turquía, ha convertido a sus ejércitos en onegés sin fuerza vital ni virtudes castrenses, sin patriotismo y su intervención más resaltable fue provocar la indignidad mundial del linchamiento de Muamar Gadaffi y la destrucción de Libia como estado, hundiéndola en la guerra civil permanente y convirtiéndola en una lanzadera del integrismo y de la inmigración invasiva. Además, se pretende mantener un conflicto ficticio con Rusia mientras se apoya al gobierno neonazi de Ucrania.

Trump habrá podido comprobar la materia amorfa de la que están hechos sus supuestos aliados, un auténtico lastre, otra cosa es que el establishment le permita tomar las medidas necesarias.