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El buenismo mata niños

Redacción




 

Víctimas de la masacre de Manchester.

Enrique de Diego

Merced a la masacre de Manchester Arena, sabemos que, en el colmo de la estupidez, Inglaterra decidió acoger en su territorio a disidentes de Muamar Gadaffi, que no eran otros que los más integristas. Solo había que dejar pasar el tiempo para que se produjera la masacre de Manchester Arena. El culpable es el asesino. Los responsables, los que dejaron entrar a sus padres. Esos integristas fueron alojados en una urbanización de adosados. La familia del asesino es integrista, “muy religiosa”. El padre había enseñado El Corán de memoria a sus vástagos. El hijo hacía la oración en la calle a voz en grito. Había viajado a combatir en Siria. Es asombroso que un inadaptado social, fanático, anduviera suelto por las calles de Manchester, sin oficio ni beneficio, pero con posibles suficientes -¿ayudas sociales?- para viajar a Libia y Siria.

De paso, la masacre ha servido para hacer propaganda de lo “islámicamente correcto”. El imam de la mezquita de la que era habitual el asesino afirma que allí se enseña el “islam moderno”, algo que no existe, porque no hay otro que el que enseña a matar al no musulmán, que, en Inglaterra y en todas las naciones europeas, es el que paga con sus impuestos las masacres; ahora la muerte de los niños, como sucedió también en Niza.

Algunos de los habituales de la mezquita, que si fuera una Iglesia cristiana o una pagoda budista, a título de ejemplo, ya estaría cerrada, afirman, sin dar su nombre, que comprenden la masacre porque se bombardea a niños en Raqqa y Mosul, pero lo que sucede en esas dos ciudades es que los musulmanes del Daesh masacran a niños musulmanes por cosas como ver un partido de fútbol o les enseñan a degollar nazarenos.

Estamos ante la barbarie más absoluta, enquistada en nuestras sociedades y habrá que ir tomando determinaciones si esas sociedades quieren sobrevivir y defender a sus hijos, al margen de esas chorradas de la corrección política que parecen haber convertido a los europeos en completos gilipollas capaces de votar a un líquido como Emmanuel Macron, que no lleva en su programa ni una sola medida para combatir el terrorismo, o a incompetentes como Theresa May o Ángela Merkel.

Porque los ingleses acogieron también “refugiados” del GIA y del FIS argelinos; es decir, a los más integristas, hasta el punto de que las autoridades argelinas protestaron de que la dirección del integrismo –publicaciones y radios- estaban en Londres, a lo que el Gobierno británico respondió que en Inglaterra se defiende la libertad de expresión.

Acumulando integristas en Londonkistán y en Manchester, Inglaterra tiene ahora un problema de una gravedad extrema que está matando niños (niñas, más concretamente). El buenismo mata. Está llevando a condiciones de guerra interna. Va llegando la hora de reaccionar, más allá de los ositos, las velitas y las florecitas de una sociedad emotiva e irracional que no sabe qué hacer con la barbarie. O como expresó Ariana Grande: “No tengo palabras”.