Carlos Delgado Pulido. Concejal y portavoz de ULEG en el ayuntamiento de Leganés y presidente de Tercera Vía.
En los últimos tiempos ha alcanzado fama nacional un hasta entonces anodino, polémico y gris diputado regional del PP llamado Jesús Gómez Ruiz, sólo conocido durante esta legislatura por ser el que cerró la persiana en la calle Génova el día que fue allí la policía a hacer una “visita” o sujetar bolsos en la Asamblea de Madrid.
Con Ignacio González encarcelado y su madrina política Esperanza Aguirre dando los estertores y finiquitando su trayectoria liberal adicta a la nómina pública, al señor Gómez, conocido de su negra etapa como alcalde de Leganés como «Chuchi» o «el 4 sueldos» entre otros apelativos, le entra de repente un ataque de memoria y se enfrasca, algo habitual en él, en un tour mediático donde se vende como un héroe contra la corrupción que casi tres años atrás ya fue mostrando un papelito a todo quisqui advirtiendo de que era una prueba de una cuenta en Suiza del presidente madrileño. Entre el auditorio de tales hazañas verbales nunca estuvo ningún magistrado, fiscal o miembro de la policía o del benemérito cuerpo, pero eso es harina de otro costal.
Un “justiciero” muy peculiar, porque en Leganés perpetró tropelías como intentar incorporar al ayuntamiento a los convenios con el “limpio” Canal de Isabel II en dolosa acción lesiva para los intereses municipales, entregó suelo público para uno de esos coles concertados con tufo a pelotazo y comisiones, perdió 5 millones del plan regional de inversiones (PRISMA) o defendió de manera tan negligente una turbia operación de permuta de suelo que ha provocado que no sólo la ciudad se quede con un suelo para plantar lechugas mientras da un terreno que vale su peso en oro, sino que además tenemos que indemnizar a la empresa beneficiaria con 7 millones extra de euros. Es el llamado “Caso Portfolio”.
Jesús Gómez es un personaje catalogado por su ex jefa Aguirre como hombre «sin inteligencia emocional«. Va de erudito renacentista sabelotodo, ignorante de que se pueden atesorar muchos datos, pero ningún conocimiento. Él es un claro ejemplo. Más agarrado que un chotis y proclive a dar chapas a sus subordinados mientras deponía en el excusado, alcanzó reputación por su tacañería enfermiza, al que se le reconoce la genialidad de ser capaz de que sus invitados al final paguen la factura de la invitación o de mendigar 15 euritos para poner un burofax. También, según se ha publicado, son famosos sus difíciles despertares que provocaban que se llamara incluso a concejales de guardia de condición médica para que le facilitaran bálsamos de fierabrás que le enderezaran y poder acudir a un Pleno municipal o atender a una visita institucional. Una almohada fue la receta prescrita para atajar las dolencias. De su costumbre a montarse realidades paralelas aún no se ha encontrado cura.
¿Y de dónde surge este pintoresco ser? Allá por 2001 es desenterrado de un cubículo donde como auxiliar bibliotecario emplea horas en lecturas que por lo que se ve le hicieron el mismo bien que a Alonso Quijano antes de convertirse en Don Quijote. Un friquismo muy bien considerado para alcanzar un puesto de responsabilidad en Libertad Digital, el diario ultraliberal (egipcio) de Jiménez Losantos. A la lideresa Aguirre le conmueven sus escritos donde un día se despacha con que la seguridad social es una reliquia del colectivismo a extinguir, para al día siguiente hacer apología del trabajo infantil o reivindicar el derecho humano a llevar un AK47 donde a uno le pete para autodefenderse. Tales joyas literarias le impulsan a formar parte del equipo de asesores y “escribediscursos”, a cargo del erario, de Espe como presidenta regional.
Aterriza como paraca-cunero en la lista de las municipales de 2007 en Leganés, convirtiéndose en edil sin que ni él mismo se votara a sí mismo, donde una carambola (la candidata que encabeza la lista pasa de alcaldesa durante 14 días a dar la espantada tras moción de censura del sociolistomarxismoladrillismo local) le erige en el mandamás del PP en la localidad como Portavoz y candidato para las urnas de 2011 gracias en buena parte a la protección de Francisco Granados, compañero de mus por cierto. En 2011 en pleno tsunami popular Gómez alcanza la alcaldía, si bien con un resultado bastante pobre, repitiendo número de ediles y muy por debajo de las cifras de otros compañeros de partido en localidades vecinas como Alcorcón o Getafe.
Como alcalde puede presumir de una gestión tan nefasta como conflictiva, donde él era el principal pirómano político que cual Nerón quemaba todo lo que fuera combustible para disfrute de su particular y conspiranoica visión de la realidad. Por eso fue defenestrado, mientras imploraba un “pero dadme algo decente” ante “Bartolo”. Sentenciado como violador de derechos fundamentales por actuar dictatorialmente, emprendió cacerías judiciales contra funcionarios que no le bailaran el agua. También contra quien esto escribe por sacar a la luz sus miserias políticas y sus manejos patrimoniales (desde la posesión de lingotes de oro a la compra de un rancho en Toledo a tocateja cuando semanas antes casi pregonaba ser un indigente), siendo Jesús Gómez derrotado en todas y cada una de sus querellas, que emprendía bajo el manto protector de abogado y dinero público o con la colaboración de despacho testaferrado del actual portavoz del PP de Leganés, el citado como “RECU” en los papeles del sumario de la operación Púnica.
En estos momentos, es vox populi su colaboración como negro editorialista o como editorialista en negro en un tebeo con formato de periódico llamado Al Cabo de la Calle o más bien Al cabo de la Calumnia, publicación de un constructor imputado penalmente llamado Felipe González Gervaso, alias «el lechero«, una especie de Méndez Pozo en versión paleta que usa su panfleto para chantajear mediáticamente al alcalde de turno para que le den obras y negocio (como fue el caso del mantenimiento de la vía pública en Leganés), enchufar a su parentela (como a su hija en el ayuntamiento de Alcorcón) y ejercer de plumilla sicario contra la oposición que hace frente a sus chanchullos (como en su delirante persecución a ULEG).
Ahora Jesús Gómez en el ejercicio a su derecho de 5 minutos de gloria, además de cambiar de look “de engominao a rizos maradonianos de los 80″, se ha desnudado como un simple Boabdil botarate, un cuentacuentos que cual plañidera quiere seguir autoengañándose, regodearse en sus complejos creyéndose un Gary Cooper en Solo ante el peligro, siendo en realidad el Howard Roark, de El Manantial (película de la novela de Ayn Rand), un arquitecto capaz de destruir su propio edificio por un enfermizo ego y concepción de los “principios”.
Y este es en esencia el político “honrao”, Jesús Gómez, un farsante pierdejuicios, un apestado político, un guiñapo con boina y sin credibilidad ni amigos, un individuo carente de empatía cuya patología política le hacer ser inconsciente de que el juicio más importante que ha perdido no es precisamente el que se pueda ventilar en un tribunal.