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El Lexatín de Cristina Cifuentes

Redacción




Cristina Cifuentes. /Foto: elplural.com.

Enrique de Diego

Coincidí muchas veces con Cristina Cifuentes en programas de Intereconomía, especialmente en “Más se perdió en Cuba”, que dirigía Xavier Horcajo. Había una polémica recurrente: yo decía que la corrupción estaba generalizada –como es ya notorio- y que la corrupción formaba parte del sistema hasta ser el sistema mismo. Cristina Cifuentes siempre respondía que no se puede generalizar. Decir que no se puede generalizar es una manifiesta generalización: si todas las ovejas de un rebaño son negras puede afirmarse tal realidad; si todos los políticos son corruptos hay que tener el valor de denunciarlo, y lo he hecho siempre diagnosticando que se ha instalado una casta y que el PP es una mafia dedicada al delito. Cristina Cifuentes se arropaba en los concejales de los pequeños pueblos que ni cobran. Bueno, conozco a unos cuantos de esos concejales del PP bastante corruptos, a su nivel.

Cristina Cifuentes, icono de Intereconomía. /Foto: YouTube.com.

Cristina Cifuentes me dijo que la ponía tan nerviosa con mis afirmaciones que en los cortes de publicidad “me tengo que tomar un Lexatín”. Cristina Cifuentes, que era entonces vicepresidenta de la Asamblea de Madrid -un puesto parasitario como toda esa Asamblea innecesaria- me hizo una de las reflexiones más frívolamente cínicas que recuerdo: “deberíamos bajarnos de los coches oficiales, pero es muy agradable llegar al trabajo con los periódicos leídos”.

El juez Eloy Velasco y la fiscalía se han apresurado a distanciarse del informe de la UCO, por la sencilla razón de que Cristina Cifuentes está en el poder y tiene presupuesto, cargos y prebendas que repartir. Aquí van cayendo los pringaos que han perdido el poder. Pero no era de recibo que Cristina Cifuentes hubiera llegado a la impostura de presentarse como una regeneradora, como la incorruptible, como la reencarnación de Robespierre o Saint-Just. Empezó de meritoria en la Asamblea de Madrid cobrando en negro así que de casta le viene a la galga. Le han hecho la carrera de funcionaria para que estuviera tranquila, hasta el Grupo A, a través de su mentor el exgerente de la Complutense, Dionisio Ramos, factótum del tamayazo junto con Julio Ariza.

Puede que no sea una corrupta en sentido estricto pero es una trepa consumada que siempre ha sabido en el lodazal en que estaba metida y ha chapoteado en él. De hecho, la corrupción a gran escala, la financiación ilegal del PP de Madrid no hubiera sido posible sin la complacencia y la colaboración necesaria de Cristina Cifuentes, que no es digna de estar en la vida pública. In vigilando no es que tenga responsabilidad es que ha estado de vacaciones. Como ha dicho Jesús Gómez, diputado regional del PP, “todo pasó delante de sus ojos”, de los de Cristina Cifuentes. Ella sabía por qué se le daban las concesiones a Arturo Fernández y estaba obligada a saber de dónde venía el dinero para las campañas electorales.

Ha estado en todos los puestos desde los que debía cercenar la corrupción y nunca hizo ni dijo nada: Comité de dirección, Comité de Derechos y Garantías, patronato de Fundescam, comités de campaña. Sin la complicidad de Cristina Cifuentes nada se podría haber hecho, así que lo del tiempo de la corrupción en la Comunidad de Madrid se ha acabado es una grosera mentira. Se acabará, en sentido estricto, cuando Cristina Cifuentes salga de la vida pública. Está tardando. Ojalá salga adelante la moción de censura de Podemos.

El PP debe ser erradicado: Es una mafia (1)

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El PP es una mafia y ha de ser erradicado (y 6)