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Ante el fracaso del islamismo (13): Tras el fin del califato

Redacción




Miembros de Daesh. /Foto: radiowtc.net.

Enrique de Diego

Daesh es la manifestación extrema del fracaso del islamismo, una ideología totalitaria e intolerante que ha sumido a las sociedades donde ha prendido en el atraso y no ha hecho otra cosa que extender el desierto económico y mental. Daesh es la creación de la debilidad de Occidente llevada hasta el extremo por Estados Unidos durante la Administración Obama. Es la excrecencia de la primavera árabe y de los sueños imperialistas de los corruptos wahabistas Saud.

Cristiano crucificado por Daesh, que da «protección y seguridad», según Bardají.

Una sola división habría acabado en poco tiempo con un movimiento amorfo, basado en la crueldad coránica. El califato, que representa la exigencia de fidelidad de todos los musulmanes, surgido al margen de cualquier relación étnica, de los jarizies, está en sus estertores. Mosul será liberada pronto, la ciudad desde un oscuro irakí se proclamó el heredero de Mahoma. Será un duro golpe. Irak quedará básicamente liberado de las atrocidades de estos dementes con su sueño de opresión y vuelta al siglo VII, que no otra cosa es el salafismo. Solo quedará Raqqa en Siria como bastión. ¿Solo? Daesh ha prendido en 34 naciones musulmanas, aunque con menor fuerza.

Para una estructura mental providencialista hasta el fatalismo será un golpe demoledor. En su simple esquema, una señal inequívoca de que Alá no está con ellos. Eso seguramente provocará un estado de histeria en sus seguidores y un incremento del terrorismo indiscriminado en las naciones occidentales. Pero también Mahoma perdió batallas y su enseñanza fue: hay que ser constantes.

Hay que ser más constantes que ellos. Las sociedades musulmanas ya han visto la capacidad que el islamismo entraña de crear el infierno en la tierra, de hacer vivir a las gentes en el terror. No hay un islamismo radical y otro moderado. El radicalismo hunde sus raíces en el islamismo, en El Corán. Es preciso, por tanto, combatirlo también intelectualmente; exigir un análisis y una retractación, una condena clara de las atrocidades.

Recientemente, un copto declaraba que el terrorismo y la opresión que sufren es el reflejo de la debilidad de Europa, un continente que se está dejando islamizar. Hay que desislamizar Europa.