Virginia Montes
La dispersión del voto es la principal dificultad de cara a las legislativas para el Frente Nacional, que ha ganado en solo dos de los departamentos del Norte –Pas-de-Calais, Aisne-. De sus resultados dependerá que las dos almas, representadas por dos Le Pen, Marine y Marion Marechal, terminen enfrentándose; dos almas, una con mayor incidencia en lo social, en la línea del vicepresidente Florian Philippot, un homosexual de izquierdas, de la ENA, y otra más identitaria, que es la que tiene en la joven diputada de Vaucluse, Marion Marechal Le Pen, su referencia. Philippot es el estratega de la desdiabolización del FN, de su apertura a nuevas sectores. El sector de Marion Marechal está en contra del cambio del nombre del partido y considera un error la propuesta de la salida de la UE y del euro; ha podido generar miedo en los sectores más conservadores de la sociedad, cuando es la postura contra la inmigración y en defensa de la identidad, la que moviliza a los militantes y a los votantes.
A Marine Le Pen le avala un resultado histórico, que ha roto todos los límites. Su propuesta de cambiar el nombre del partido implica una refundación situándose como referencia, y cortando con el pasado de Jean-Marie Le Pen, del que Marion, la nieta preferida, es correa de transmisión. Marion se ha apresurado a declarar en televisión que está contra el cambio del nombre del partido y ha recordado que es la misma jugada de la Alianza Nacional italiana, que no dio réditos.
Entre esos sectores que ven con aprensión la salida de la UE y del euro están los agricultores, que si bien en España son siempre citados como los votantes del FN, quizás para incidir en una imagen reaccionaria, no es así. Los agricultores franceses son los principales beneficiarios de la Política Agraria Común desde los orígenes de la Comunidad Europea. Prueba de ello es que Macron ha arrasado en Aquitania (la región más importante a nivel agrícola de Francia: vinos de Burdeos, primer productor de maíz y madera, etc.) con un porcentaje en torno al 70-75% del voto. El voto del FN está desperdigado en el país, con la excepción de dos o tres departamentos del Norte y tiene visos de que ha tocado techo electoral y que está en caída en sus feudos tradicionales (Vaucluse, Bocas del Ródano, etc.). De hecho, incluso en Niza ha ganado Macron, a pesar de que esa ciudad es la capital histórica de la extrema derecha francesa y donde el movimiento identitario tiene su base.
El FN tiene unos resultados muy malos en Aquitania, Pais del Loira, Bretaña y París. Son regiones con mucho peso demográfico y no consiguen nada. Los Le Pen son bretones y les ha ganado Macron en el departamento con casi un 75%. Incluso les ha ganado en La-Trinite-Sour-Mer, el pueblo de Jean-Marie.
El Frente Nacional para lograr una implantación fuerte en la Asamblea (entre 80-100 diputados), tiene que machacar en sus departamentos y asegurar sus feudos.
Respecto a Macron, al carecer de un partido consolidado y extendido tendrá problemas en ciertos departamentos. Optará por trabajar más en aquellos con más estructura. Si hacemos una correlación entre los resultados de ayer y lo que saque en las legislativas, su partido, en número de diputados, será el segundo. Si lo consigue, será un buen resultado. De todas formas, ya han terminado los días de vino y rosas y frente republicano. Valérie Pécresse, presidenta de la región Île de France, ha declarado que Macron “no tiene la firmeza necesaria” en cuestiones clave como seguridad, autoridad, islamismo radical, y que practica “una cierta forma de ambigüedad”. Seis de cada diez electores de Macron han votado contra Le Pen. Previsiblemente, Los Republicanos obtendrán un buen resultado. Son el partido con más presencia regional y eso se nota mucho en las legislativas. Fillon no será su lider.
La extrema izquierda de Melenchon siempre es una incógnita. Seguramente, suban en número a costa del PSF. El PSF aguantará un poco el tipo pero continuará perdiendo votos y diputados. MoDem sacará sus diputados en sus feudos del sur de Francia y pactará con quien toque.