Enrique de Diego
La estrategia de los capitalistas salvajes mundialistas, como George Soros y su Open Society, de destruir la civilización occidental, y específicamente las naciones y sociedades europeas, ha embarrancado. Ya no da más de sí. Es una bufonada que las filtraciones de los documentos de la Open Society de Wikileaks han puesto en evidencia. Syriza se ha doblegado a la troika; Podemos ha perdido frescura y Jean-Luc Melenchon ha quedado en un digno, pero insuficiente, cuarto puesto.
Así que el globalismo ha reinventado el centro como el resumen de todas las inmundicias, con márketing, celofán y metrosexualismo, pero aunque se vista de Albert Rivera o de Emmanuel Macron el centro es una cloaca intelectual con propuestas de una capacidad destructiva devastadora. La curiosa insistencia del vacuo trepa Albert Rivera en la acogida de refugiados indica que ha de servir a sus financiadores globalistas, de modo que Rivera, que empezó en Cataluña como defensor de la unidad de España, actúa hoy como un antipatriota, que incluso ha puesto sordina a su crítica a los separatistas.
El centro, que fue la nada o la equidistancia, hoy es la quintaesencia de la corrección política, el multiculturalismo, el neoliberalismo económico, la ideología de género, el racismo antiblanco (“la colonización de Argelia fue un crimen contra la Humanidad”, dixit el sórdido Macron), el comisariado LGTBI, la disolución de las fronteras, la negación de la Historia y la tradición son las rancias doctrinas disolventes de un centro de chequera, financiado por las élites que quieren seguir manteniendo el poder mutando, ahora hacia el centro, nuevo caballo de Troya del globalismo.