V. M.
Cinco miembros de L’Avant Garde francesa han suscrito un manifiesto para pedir el voto a favor de Marine Le Pen:
Francia es un bien demasiado precioso para que se la sacrifique en el altar de los intereses inmediatos o de los razonamientos ideológicos prefabricados. Francia reclama hoy que hagamos una elección, para su futuro. Hoy, votamos por Francia no por un ilusorio gobierno del mundo. Marine Le Pen ha asegurado ser la « candidata de los límites ». De esos límites que son necesarios al hombre para preservar su ser, esos límites que ilustran –no solos pero mejor que cualquier construcción humana- las naciones.
Emmanuel Macron es el candidato de la desaparición de todas las fronteras: geográficas, nacionales, económicas, sindicales, históricas y cualquier frontera humana. En tal escenario, en tal país, las decisiones politicas devienen metafísicas. Somos confrontados a una verdadera elección de civilización. La política no es acompañar al mundo tal como va. La política, como búsqueda constante del bien común, conoce lo real y lo deseable, es la instancia última de la justicia, que debe proteger y no dominar. Proteger por de pronto lo que queda de la riqueza de una civilización.
El mundo de después en el que Emmanuel Macron y sus mentores nos quieren proyectar no es el mundo del futuro. Porque no tiene pasado. No tiene tradición. No es francés. Si la tradición es la democracia de los muertos, según la definición de Chesterton, es la democracia francesa toda entera la que se hace preciso convocar hoy: elegir la supervivencia de lo mejor que hay entre nosotros o elegir la vía seductora de una tecnocracia que nos administrara sola.
Marine Le Pen es la última elección de todos los que creen que en este país hay algo que conservar: conservar nuestras soberanías, política, aduanera, bancaria, económica, militar contra una Europa centralizada; conservar nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestro modo de vida, nuestra herencia intelectual, espiritual y religiosa contra los asaltos conjuntos de la uniformización mundialista y del islamismo conquistador.
Conservar en fin lo propio de lo humano, la vida misma, contra los ataques del transhumanismo y el posthumanismo, el género contra los artificios de los pequeños alquimistas; de la familia contra los que conspiran contra su existencia.
Cierto, no somos ciegos: muchos son los puntos del programa de Marine Le Pen que merecerían ser precisados, corregidos o enmendados: en medio de su programa estatista, ¿cuál es el papel de la subsidariedad y de los poderes locales ? En medio de su programa de « laicidad », ¿cuál es el papel de la libertad de educación de los niños por sus padres ? En medio de su programa de desconexión de la Europa de Bruselas, ¿cuál es el papel de una auditoría de las cuentas públicas francesas, previa a la salida del euro ?
No damos consignas a nadie. Pero llamamos a todas las fuerzas, a todas las personas que quieren que Francia continúe en su genio, su grandeza y su vocación universal, a apoyar a Marine Le Pen, la candidata más consciente de estos déficits para que se produzca el resurgimiento político, cultural e intelectual necesario para esa recuperación de Francia.
Thibaud Collin, Jacques de Guillebon, Laurent Meeschaert, France Andrieux, Frédérick Bigrat son miembros de l’Avant-Garde.