Miguel Sempere
Es, sin duda, un golpe de efecto pero bien dado y con importantes consecuencias estratégicas. El anuncio de una presentación de moción de censura, aunque en términos difusos, resulta demoledor para el PP al que le está saltando la corrupción por todas sus costuras y en el que Mariano Rajoy tendrá que ir a declarar como testigo sobre la financiación ilegal del PP porque la Justicia no tiene arrestos para sentarle en el banquillo de los acusados. Pero también es demoledor para un PSOE acomodaticio en situación de vulnerabilidad, poniendo en evidencia a una Susana Díaz sumisa y favoreciendo a un Pedro Sánchez vital y levantisco. Pablo Iglesias ha cogido al PSOE con el pie cambiado, partido en el que se habla de la “mala fe y la falta de rigor” del podemita.
La moción no triunfaría –ni el PSOE ni la marca blanca Ciudadanos la apoyarían- pero sí puede ser presentada porque hacen falta 35 diputados y Podemos tiene 71. Iglesias juega a liderar la oposición y lo está consiguiendo.