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Macron, una sonrisa sin partido

Redacción




Emmanuel Macron. /Foto: periodistadigital.com.

Virginia Montes

En medio de una crisis de civilización, unida a una crisis económica sin precedentes, Macron es un candidato que parece salido de Alicia en el país de las maravillas: una sonrisa sin partido.

Macron es tan responsable como el que más en el desastre gestor de François Hollande; ministro de Economía durante dos años. La pretensión de que es un hombre salido de la nada o un regenerador con un leve aire antisistema es una engañifa para estúpidos. Es una operación del sistema paa perpetuarse. Como ha dicho Henri Guaino, diputado republicano y exconsejero especial de Sarkzoy, “es el candidato de toda la clase política”.

Mas es una operación imperfecta. La segunda vuelta puede ser demoledora para él. Es improbable que los votantes sigan los dictados de unos dirigentes desacreditados. El citado Henri Guaino declara: “estoy en desacuerdo con Macron en todo. Lucho en política desde hace años contra todo lo que encarna, representa y hace. Jamás nadie me hará votar por Macron”.

Hasta ahora ha sido preservado por el sistema y mimado por la desprestigiada tiranía mediática, pero ahora este globalista aliñado va a estar sobreexpuesto: sus tesis de diluir las fronteras y acostumbrarnos a la masa migratoria va a estar expuesta al escrutinio público, su neoliberalismo salvaje va a ponerse de manifiesto, su preferencia por los extranjeros y su pretensión de demoler la identidad de Francia será puesta en evidencia.

Macron es un bluff y En Marche! es un soufflé. Tras las presidenciales, vienen las legislativas para las que es precisa una estructura partidaria, un proyecto común, unos objetivos comunes y cohesionadores. Con Macron, el sistema está haciendo una campaña norteamericana para un terreno de juego francés. No hay cohabitación posible entre el globalismo y el patriotismo; son el agua y el aceite.

La sonrisa vacía de Macron puede helarse. Nada está escrito hasta el 7 de mayo.