Luis Bru
El 20 de Abril tuvo lugar una muestra de fuerza pública y de apoyo popular por parte de los vecinos y vecinas de la calle Japón de Barcelona, que realizaron una manifestación que atrajo a más de 300 participantes, no sólo del su calle. El barrio entero está alertado sobre la voluntad de instalar un centro de culto islámico en esta pequeña calle, que aunque pueda reunir la mayoría de requisitos según la actual Ley de Centros de Culto, los vecinos están seguros de que generará ruidos, aglomeraciones y problemas al tráfico y a la convivencia, aspectos que quedan regulados en la ley pero que el consistorio de Ada Colau prefiere ignorar y mirar hacia otro lado. Sólo Plataforma por Cataluña (PxC) ha mostrado su apoyo total a los vecinos y ha criticado la imposición unilateral de este centro de culto: «hay que escuchar primero a los vecinos antes de permitir la apertura de centros de culto islámico que generan dudas «, explica la secretaria general del partido, Mónica Lora.
Bajo pancartas como «Convivencia sí, mezquita no», «Imposición mezquita no!» Y en favor de una integración ordenada, los vecinos se manifestaron a las 19:30 de la tarde, cortando Vía Julia hasta llegar a la sede del distrito de Nou Barris, donde querían realizar una entrega de firmas a la concejala de disricte Janet Sanz (Barcelona en Común). Su sorpresa fue que nadie del ayuntamiento los recibió y volvieron a sentir el desprecio total del consistorio hacia su demanda y preocupación. El vicepresidente de PxC y antiguo vecino de la calle Japón, Pablo Barranco, y el secretario de organización, Jordi de la Fuente, estuvieron presentes para ayudar en la organización y alentar a los vecinos.
A día de hoy, y después de 19 caceroladas cada noche -que incluso han llegado a los 40 minutos de duración- ningún cargo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona se ha acercado a mediar ya negociar con los vecinos, que en ningún momento fueron informados de la instalación del centro de culto islámico en el se calle.
La tensión no ha parado de crecer entre los vecinos y los favorables al centro de culto, que van desde la asociación de vecinos subvencionada por el Ayuntamiento, una parte de la comunidad musulmana recién llegada, hasta colectivos de extrema izquierda de carácter violento y antisistema. Este barrio, que votó de manera masiva para la Barcelona en Común de Ada Colau, está perdiendo la esperanza de encontrar una vía dialogada al problema y reafirma su disposición a seguir con las movilizaciones en la calle, haciendo ruido.