Virginia Montes
Francia descentrada. Primera vuelta no apta para cardiacos. Cuatro candidatos que llegan en el Tour dispuestos a sprintar y con posibilidades de ocupar uno de los dos primeros puestos. Eso es lo que marcan los sondeos en una Francia descreída en la que el número de indecisos se acerca al 40%.
Los sondeos se han equivocado tanto, están mediatizados, que sirven respecto a las tendencias. Y la primera noticia real es que el PSF, uno de los dos grandes partidos del panorama francés se hunde. La segunda es que el candidato de diseño del sistema no lo tiene todo asegurado. Emmanuel Macron siente la respiración del candidato de Francia insumisa, Jean Luc Melenchon, un admirador de Fidel Castro y Hugo Chávez, que lleva en su programa estrechar lazos con ALBA, la organización desfondada del socialismo del siglo XXI.
Todo estaba preparado para que Macron tuviera un desfile militar. La tiranía mediática caza al corrupto François Fillon y reivindica, en segunda vuelta, el voto del frente republicano a favor del tibio centrista contra Marine Le Pen. Los franceses, en alto porcentaje hartos de la política tradicional, giran, en la izquierda, al extremismo estético: Melenchon ha surgido de los debates electorales; tiende a los mensajes genéricos del tipo de “soy el candidato de la libertad de conciencia” y se presenta contra el sistema, un flanco que en alguna medida ha dejado libre Marine Le Pen presentándose como la adalid de la laicidad y los valores de la República. A Marine, diferencias pasadas al margen, la va votar su padre, Jean Marie Le Pen. «Estos son los candidatos: Mélenchon, comunista. Macron, oportunista. Fillon, delincuente. ¡Yo voto a Marine!», ha tuiteado Jean Marie en su cuenta personal.
Y Fillon tampoco ha quedado descolgado de la carrera.