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Carta a un uzbeko de 39 años

Redacción




¿Qué valor religioso hay en el crimen de esta niña sueca, que las redes citan con el nombre de Eva, como la primera madre? ¿Qué espiritualidad, en algún sentido, hay en acelerar un camión pesado contra el cuerpo frágil de una niña? ¿Qué homenaje de adoración a Dios se presta con este crimen?

La Policía sueca te ha situado como un uzbeko de 39 años, y aunque ya se sabe tu nombre, por los medios, no lo voy a citar porque merece ser borrado del género de los hombres. Pero me gustaría decirte que eres la escoria de los criminales y que un Dios al que se sirve con un crimen de tal vesanía no es Dios, ni tan siquiera tiene el nivel de hombre, es un simple y rabioso diablo.

Eres, sí, un criminal degenerado, una falla de la humanidad, con una crueldad propia más de una alimaña sin entrañas, de un absoluto frustrado. ¿Esto es el islamismo? Y las aleyas de El Corán responden afirmativamente. “Matadlos a todos allá donde los encontréis?» En una calle céntrica de Estocolmo, a lo que se ve, encontraste a tu víctima.

¿Qué clase de religión es ésta? ¿Qué homenaje a Dios entraña el cuerpo roto de una niña? ¿Qué espiritualidad, qué elevación de miras, qué oración, qué plegaria, qué sentimiento noble se desprende de tu acción de atropellar a una niña? ¿Qué idea puede justificar tal vesanía? ¡Cuánto sadismo entraña ese islamismo tuyo, uzbeko de 39 años de maldad! ¿Puede haber un cielo para criminales abyectos como tú? Imposible. Eso no sería el cielo sino el infierno, sucio canalla.