Virginia Montes
La Policía tenía que haber detenido y deportado al uzbeko de 39 años que asesinó a cuatro personas en el centro de Estocolmo. Ni tan siquiera ahora ha facilitado el nombre, aunque varios medios de comunicación coinciden en citarlo como Rajmat Akilov, fichado por los servicios de seguridad.
La cuestión es que la Policía fue incapaz de cumplir con su deber y expulsar al musulmán integrista, que en los interrogatorios ha confirmado ser el autor del atentado. Otra persona ha sido detenida, aunque con menor vinculación con el asesinato.
Lo que ha hecho la Policía sueca, según han informado en rueda de prensa, es incrementar la vigilancia “sobre grupos supremacistas blancos” por temor a “una venganza”. Bien está, pero quizás deberían dedicarse a detener a los integristas musulmanes y a deportar a los que tengan orden de expulsión. La corrección política vuelve a los mandos policiales totalmente estúpidos.